Itongadol.- Por tercera vez desde la Operación Cinturón Negro en 2019, Hamás se mantuvo al margen de un combate entre Israel y la Yihad Islámica Palestina (PIJ).
Aunque mantuvo una «Sala de Operaciones Conjuntas» con otros grupos y emitió una declaración con la PIJ sobre la resistencia, el grupo terrorista que gobierna Gaza pareció contentarse con mirar desde la barrera y dejar que la organización más pequeña se llevara la peor parte de los ataques israelíes durante los cinco días de conflicto que terminaron el sábado por la noche.
El gobierno de Netanyahu trató de presentar la inacción del grupo terrorista como una prueba de impotencia. Hamás solía dictar todo lo que sucedía en la Franja de Gaza, expresó un alto funcionario israelí el sábado; ahora ni siquiera puede controlar a la mucho más pequeña PIJ.
«El reciente asalto demuestra la debilidad de Hamás», afirmó el funcionario.
Pero Hamás parecía cómodo con la situación. Sufrió poco, mientras que su principal rival en la Franja perdió comandantes y material.
«Su posición mejoró tras este asalto», argumentó Kobi Michael, investigador principal del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel (INSS) y ex jefe de la oficina palestina del Ministerio de Asuntos Estratégicos.
La PIJ es un «dolor de cabeza» para Hamás, señaló Michael. «Es un rival. La PIJ supone un reto para Hamás», agregó.
Los dos grupos tienen prioridades muy diferentes que en ocasiones entran en conflicto directo.
La PIJ es un grupo terrorista clásico, cuya única prioridad significativa es la lucha contra Israel. Además, depende totalmente de Irán, que tiene un deseo permanente y manifiesto de que sus apoderados lleven a cabo ataques contra Israel.
A Hamás, en cambio, le interesa mantener la calma en la Franja de Gaza. Está tratando de lograr algún tipo de recuperación económica tras su lucha de 2021 con Israel, al tiempo que construye sus capacidades militares para el próximo asalto.
A diferencia de la PIJ, Hamás gobierna el territorio y es responsable de más de dos millones de habitantes, por lo que tiene mucho más que perder si se prolongan los combates con Israel.
También tiene el objetivo a largo plazo de ganar legitimidad tanto dentro de la sociedad palestina como en la región, y sustituir a Al Fatah como facción líder del movimiento nacional palestino. En ocasiones, el lanzamiento de cohetes contra Israel puede servir a ese objetivo, pero la destrucción y el derramamiento de sangre en Gaza socavan en general su avance hacia la credibilidad.
Hamás es también menos susceptible a la presión iraní que la PIJ.
Aunque los lazos del grupo con Teherán se resintieron tras la represión de Siria contra su propio pueblo -que Hamás condenó mientras Damasco acusaba a su vez a Hamás de apoyar a grupos rebeldes-, desde entonces se reestablecieron. Pero eso no significa que Irán pueda decirle lo que tiene que hacer. Hamás tiene un conjunto de relaciones con potencias extranjeras mucho más rico y diverso que la PIJ.
Turquía, por ejemplo, sigue negándose a expulsar a funcionarios y unidades del grupo terrorista en el país, incluso tras el reciente acercamiento entre Ankara y Jerusalem. Qatar mantiene estrechos vínculos con Hamás, especialmente a través de su apoyo financiero en Gaza, y el grupo también disfruta de crecientes relaciones con Rusia y China.
Hamás tampoco es una piedra de una sola pieza. Aunque gran parte de su dirección política exterior -hombres como Ismail Haniyeh y Saleh al-Arouri- mantiene estrechas relaciones con Irán, su líder sobre el terreno en Gaza, Yahya Sinwar, disfruta de amplios vínculos con el régimen egipcio, que busca la tranquilidad en la Franja.
Dado el deseo de Hamás de tranquilidad y legitimidad, ¿por qué permitió que la PIJ desencadenara varios días de combates?
«Hamás, si quiere, puede imponer el orden en la Franja», aseguró Michael Milshtein, experto israelí en asuntos palestinos del Centro Moshe Dayan de Estudios sobre Medio Oriente y África. «Hamás decidió que quiere sentarse en la valla. Se siente muy cómodo allí», añadió.
Por otro lado, Kobi Michael, del INSS, coincidió en que ver cómo Israel y la PIJ se disparaban mutuamente durante unos días jugó a favor de Hamás.
«Hamás está bastante satisfecho con los golpes que sufrió la PIJ por parte de Israel, porque debilita a la PIJ y da a Hamás más tranquilidad y libertad de acción dentro de la Franja de Gaza», destacó Michael.
Eso no significa que Hamás no hiciera nada más allá de ofrecer apoyo retórico. Es muy posible que entregara a la PIJ algunos cohetes y permitiera que se lanzaran desde posiciones de Hamás.
Milshtein, por su parte, afirmó que Israel debería haber impuesto «condiciones estrictas» a Hamás en lugar de permitirle eludir el castigo.
Desde la Operación Guardián de los Muros en 2021, Israel y Hamás mantuvieron un entendimiento. Israel permite que miles de trabajadores de Gaza entren en el país cada día -el número es actualmente de 17.000- y que el dinero para los salarios del sector público llegue a la Franja desde el extranjero.
A cambio, Hamás debe garantizar que ninguno de los grupos terroristas con base en Gaza dispare cohetes o misiles antitanque contra Israel.
A pesar de que no impidió que la PIJ atacara Israel, no se rescindieron los privilegios económicos de Hamás, y el domingo por la mañana, horas después de que entrara en vigor el alto el fuego con la PIJ, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) anunciaron que reabrirían los pasos fronterizos con la Franja.
Israel, como hizo después de cada combate no concluyente contra los terroristas de Gaza desde 2009, puede alegar que su capacidad de disuasión aumentó, pero hay pocas pruebas de que Hamás tema más la respuesta de Israel si se sale de la línea en el futuro.
«No estamos actuando con inteligencia. Deberíamos decir, a partir de ahora, si permitís el lanzamiento de cohetes, si generás problemas en Cisjordania, no tendrás residentes de Gaza trabajando en Israel, no tendrás salarios. Hasta el momento Sinwar sabe que no hablamos en serio», concluyó Milshtein.
Artículo publicado por el periodista Lazar Berman en Times of Israel.