Itongadol.- Ha pasado un mes del accidente de helicóptero que mató al presidente Raisi y hoy, viernes, Irán celebra elecciones presidenciales. Se espera que los resultados oficiales se entreguen mañana a las 11 hs. A más de 60 millones de iraníes mayores de 18 años se les ha concedido el derecho al voto, pero se espera que millones lo boicoteen por temor a que los resultados estén predeterminados.
Para los clérigos que gobiernan Irán, unas elecciones con alta participación son un pilar extremadamente importante para la estabilidad continua del régimen y su legitimidad. A pesar de ello, muchos iraníes cuestionaron el valor del proceso democrático. Uno de los jóvenes dijo en una entrevista a The Guardian que «el régimen convirtió la cuestión de no votar en una cuestión de honor personal con sus asesinatos».
Esta semana, el Líder Supremo de Irán, Ali Khamenei, llamó al público a votar, afirmando que las elecciones «ayudan a la República Islámica a vencer a sus enemigos». También le advirtió al público que no apoye a los candidatos que «piensan que todos los caminos pasan por Estados Unidos», en un ataque implícito a Pezeshkian.
«Para ser honesto, no confío en ninguno», dijo un iraní en una entrevista con The New York Times. «Creo que es una tontería tener esperanza». Un panadero de 38 años de Teherán dijo: «Creo que la gente que va a votar es parte del sistema y, por lo tanto, está satisfecha con la situación actual, o es muy ingenua».
El próximo Presidente será elegido entre los cuatro candidatos que llegaron a la lista final. Entre los candidatos: el actual presidente del Parlamento iraní y un ex director de las negociaciones nucleares. De los cuatro, tres tienen mayores posibilidades de ganar, dos de ellos pertenecientes a la corriente conservadora y uno considerado «reformista».
Todos los candidatos pasaron la evaluación del Consejo de Guardianes de la Constitución de Irán y, de hecho, recibieron el «sello» de Khamenei. Los líderes de Irán quieren renovar su legitimidad después de que una disminución constante en la participación electoral alcanzó un punto crítico el año pasado con menos del 41 por ciento de los votos en las elecciones parlamentarias y menos del 10 por ciento en la capital, Teherán.
Los dos contendientes conservadores en el frente son Saeed Jalili, ex director de las negociaciones nucleares, pero que carece de experiencia en gestión. Actualmente es miembro del Consejo para la Garantía de los Intereses del Régimen y del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. Se lo considera fanático, «halcón» y extremista y santifica el derecho de Irán a desarrollar un programa nuclear.
Junto a él se encuentra Mohammad-Bagher Ghalibaf, el presidente del Parlamento iraní, quien recientemente fue elegido para otro mandato. En el pasado, se desempeñó como alcalde de Teherán y ocupó altos cargos militares en la Guardia Revolucionaria. Según muchas estimaciones, tiene las mejores posibilidades de convertirse en el próximo presidente de Irán.
Tiene 62 años y aunque ya no se lo considera parte de las filas de la Guardia Revolucionaria, tiene buenas conexiones en la cúpula de esa organización. Recordado notoriamente, entre otras cosas, por su participación en la violenta represión de las protestas estudiantiles de 1999 y 2003.
Los enfrenta Masoud Pezeshkian, de 69 años, el único de los seis candidatos presidenciales al que no se lo considera del campo conservador, sino «pragmático» y «reformista». Al mismo tiempo, no se debe sospechar de él como alguien que pudiera ir en contra del régimen iraní y del líder Khamenei. Durante la campaña electoral reiteró que trabajaría para renovar las conversaciones con Occidente sobre el acuerdo nuclear.
Entre otras cosas, dijo que Irán debe intensificar su trabajo con los países del mundo y, de hecho, pide reducir su diferenciación política. Cuenta con el apoyo del ex ministro de Asuntos Exteriores de Irán Javad Zarif, que sirvió en el gobierno de Rouhani. Pezeshkian se desempeñó como ministro de Salud en el gobierno del presidente reformista Mohammad Khatami.
Por el contrario, dos candidatos retiraron su candidatura incluso antes del día de las elecciones: Zakani, el alcalde de Teherán, y Hashemi, ex vicepresidente del fallecido Raisi, ambos del campo conservador. No se espera que su retiro tenga un impacto importante en los resultados, ya que se espera que la participación sea baja. En pocas palabras, se espera que ningún concursante obtenga más del 50% de los votos, que es el umbral mínimo necesario. Por lo tanto, los dos contendientes con mayor porcentaje de votos avanzarán a una segunda vuelta.
Si bien ayer negó tener intención de retirarse, hoy Zakani les pidió a los dos candidatos del campo conservador, Ghalibaf y Jalili, que «se unan». Ello tiene como objetivo «impedir la formación de un tercer gobierno de Rouhani».