Agencia AJN.- Ariel Bender nació en Buenos Aires, el último tiempo en Argentina vivió en Villa Crespo y desde hace casi 11 años se encuentra en Ra’anana, Israel, junto a su esposa y sus hijos. El 7 de octubre, cuando los terroristas de Hamás golpearon las comunidades del sur, sintió una gran impotencia por no saber cómo dar una mano. Así fue como, junto a un grupo de amigos, se le ocurrió hacer un asado en una base militar y llevar algo de alegría a los soldados que estaban defendiendo el país.
Rápidamente la iniciativa fue creciendo y en una entrevista con la Agencia AJN contó cómo llegaron a preparar mesas para hasta 700 soldados. Ya llevan más de 4.000 kilos de carne argentina asada y cuentan con voluntarios de todas las edades y orígenes.
-¿En qué consiste la organización de asados para soldados israelíes?
-Hay una movida muy fuerte de solidaridad en todo el país a partir del 7 de octubre. Ya desde los primeros días, todos sentimos mucha impotencia, mirando la tele en plena tragedia, no entendiendo qué estaba pasando. Es muy duro. Así que hubo una movida muy fuerte de pasar de la impotencia a la solidaridad y a la acción en un montón de ámbitos. Yo no sabía bien particularmente cómo dar una mano y había un montón de gente que estaba en la misma situación. Y medio de casualidad, medio de chiste, un día en noviembre con unos amigos nos juntamos y dijimos “che, hay un muchacho conocido, amigo de uno acá en Raanana, que hace casi un mes que no ve al hijo, porque está metido adentro de una base de Fuerza Aérea. ¿Por qué no le hacemos un asado?”. Entonces, por un lado alegramos al pibe y a los compañeros y, por otro lado, le permitimos al papá ir a visitarlo. Hicimos ese asado, junto a ocho amigos, y salió bien. Obviamente fue un éxito por el lado de la comida, por el lado del papá, por el lado del chico, por el lado de los de los compañeros que llamativamente nos agradecían ellos a nosotros, cuando en realidad son ellos los que estuvieron un mes metidos en la base y cuidándonos. Nos llamó la atención que nos agradecían. Nos llenó el espíritu y después empezamos a planear otro asado.
-¿Cómo fue creciendo la iniciativa?
-El segundo asado fue justamente para la hermana melliza de este chico, que estaba en otra base. En este caso, en lugar de 85 soldados, fueron casi 200. No éramos todos conocidos y amigos los voluntarios, sino que conseguimos otros 20 voluntarios, en su mayoría argentinos y latinos, pero también israelíes y otros países. Con personas de diferentes edades. Y a partir de ahí, esto que arrancó como un chiste, no paró hasta el día de hoy. Ya tenemos más de 200 voluntarios que pasaron por nuestros asados. Hemos hecho asados en diferentes puntos del país, mostrando solidaridad y encontrando permanentemente la valoración y el agradecimiento de los soldados. Se dan momentos mágicos y únicos.
-¿Cuando alguien colabora con estos asados, los que se van sumando, qué hacen?
-De todo. Primero que nada, el objetivo fundamental es acompañar, alegrar, levantarles la moral a los soldados. Para lograrlo, el medio es básicamente llevar carne buena, kasher obviamente para poder entrar en todas las bases. Les llevamos un poco alegría, un poco de amor. Lo que hicimos fue escalar y crecer. Nos montamos como si fuéramos una empresa, obviamente sin fines de lucro, pero tenemos procesos de trabajo, formularios para registrar los datos, tenemos formularios para que los voluntarios se asocien. Eso nos permite crecer, nos permite armar equipos en el sur, en el norte, distribuir las tareas, las cargas. Y la solidaridad se da en todo sentido, desde el que va a comprar las carnes o el carbón, el que ordena el depósito, el que prepara las ensaladas, el que llama por teléfono o el que escribe en WhatsApp para organizar la asignación de tareas, el que lleva o pasa a buscar a alguien para llevarlo, el que acerca una nota periodística. Hay infinidad de tareas y de iniciativas dentro de este gran proyecto, que se están dando permanentemente, esencialmente mediante gente de bien. Si hay algo que quiero destacar en estos ya más de tres meses y medio de la guerra, es que se destacan todo el tiempo elementos de amor de solidaridad.
-¿Cuán buena prensa tiene el asado y los argentinos asando en Israel?
-Yo soy amante del asado. En Argentina cada vez que viajo me la paso comiendo. Y tengo parrilla en casa y me encanta recibir gente. Acá le dicen “sobre el fuego” y es otra cosa. Comen kebab, hamburguesas, alitas de pollo. Cosas que pueden ser muy ricas, pero nada que ver con lo que estamos acostumbrados nosotros.
En los últimos años se vio una movida de que los argentinos saben hacer asado y nosotros aprovechamos eso para distinguirnos de otros grupos que hacen cosas similares. Traemos principalmente ojo de bife, nos ven llegar, escuchan nuestro acento y automáticamente se ponen el doble de contentos. Porque saben que somos especialistas. Pero no alcanza con tener carne buena y hacerla bien, sino fundamentalmente trabajar organizados. Llegamos con una lista de tareas, con asignaciones, cada uno sabe dónde pararse, es como jugar un partido y ya sabemos cuál es la estrategia, la táctica y a eso vamos. Esto lo complementamos con un trabajo previo de asignar horarios, fechas, de hablar con los responsables de las bases.
Ojalá no tuviéramos que hacer más asados y que todos los secuestrados vuelvan a casa y los soldados vuelvan sanos y salvos. Pero como lamentablemente por ahora no va a pasar, nos propusimos como meta seguir cumpliendo con esta tarea y seguir haciéndola crecer hasta el final de la guerra.
-¿Cuántos asados ya hicieron?
-Habrán sido ya más de 60. Teniendo en cuenta que desde hace un mes y medio por lo menos ya estamos en un ritmo de prácticamente uno por día, y a veces inclusive dos por día, por ejemplo que hicimos uno en el sur y uno en el norte, y en los dos casos para 400 soldados.
Vamos cambiando los planteles. Si es en el norte, tenemos nuestro equipo del Norte, si es en el sur, la gente del sur. Y si hay que complementar, viajamos a donde tengamos que viajar. El objeto es cubrir todo el país y en todo momento.
-¿Cómo se fondea esto?
-En el primer asado hicimos algo que se llama “paybox”, que es un aplicación para que la gente vaya donando. Pagando a través de la cuenta de la cuenta bancaria se hace una especie de transferencia directamente a una aplicación acá en Israel. Cada uno puso también algo de plata y así arrancamos. Y a partir de ahí, teniendo en cuenta que tenemos contactos afuera, cada uno tiene una familia en Argentina, Estados Unidos y demás, buscamos fondos y donaciones de los judíos y no judíos amantes de Israel. Los donantes tienen la opción de ingresar a https://charidy.com/jabadargento/jaialimdelasado Pudimos afortunadamente, gracias a Dios, siempre contar no solamente con la solidaridad del pueblo de Israel en Israel, sino también del pueblo de Israel fuera de Israel.
-¿Cuántos kilos de carne calculan que asaron?
-Hay un estimado de alrededor 4.000 kilos de carne. Hemos dado de comer a alrededor de 8.000 soldados. Les damos alrededor de medio kilo de entrecot, nuestro ojo de bife argentino.
-¿Cómo estimás el futuro inmediato? Me enteré que hubo hace una semana un asado donde participaron 700 personas
-Lo hicimos. Fue un éxito. Era el bar mitzvá del hijo de un teniente en esa base.
El promedio es de 120 soldados, pero hemos hecho asados para 400, 700 o también más pequeños, para 25 soldados, en diferentes lugares.
Nosotros queremos continuar y sabemos que podemos continuar hasta el final de la guerra al mismo ritmo que estamos llevando ahora, o quizás lo tengamos que bajar un poquito, pero la logística da, la cantidad de voluntarios que permanentemente se acercan o que reinciden y que sigue creciendo en cuanto a nuestra comunidad, también da. Todo da a entender que nosotros vamos a continuar. Y también contamos con la solidaridad de judíos y no judíos buenos del mundo, que se suman tanto a nivel de colaboración económica y, obviamente espero que sigan de esta manera, como de grupos o delegaciones que vienen de afuera, ya sea de Argentina, Miami, México, Panamá y demás lugares, que también vienen a participar.