Itongadol/Agencia AJN.- Una de las rehenes israelíes liberadas afirmó ayer que “al menos tres mujeres fueron agredidas sexualmente por sus captores de Hamás”.
“Fue una situación sin precedentes”, contó el lunes Chen Goldstein-Almog, tras ser liberada del cautiverio de Hamás, donde estaba retenida junto con sus tres hijos.
“Asumimos que Israel se abstendría de cualquier acción militar. Que primero garantizarían nuestra liberación segura y luego cumplirían con las demandas de los captores. Sin embargo, a medida que pasaron los días, nos dimos cuenta de la complejidad de la situación. La escalada de ataques de la fuerza aérea nos hizo temer que nos estén sacrificando por propósitos estratégicos mayores”, expresó.
“Escuchamos tres relatos de primera mano y otra historia que nos fue transmitida”, continuó, “sobre incidentes que ocurrieron unas semanas después de nuestra estancia en Gaza. Estas mujeres sufrieron daños físicos. La forma en que fueron abusadas sexualmente y sus cuerpos violados. Si las hubieran liberado antes, podrían haberse salvado de este trauma. También vimos a un joven que fue golpeado”.
Respecto al secuestro, detalló cómo ella y sus hijos comprendieron rápidamente que Nadav, el padre de la familia, y su hija mayor, Yam, habían sido asesinados en su casa.
Además, mencionó que ella y sus hijos nunca estuvieron separados: “Siempre estuvimos juntos. Hubo más represión emocional durante nuestro tiempo allí. Nuestra libertad estaba restringida, las comidas eran poco frecuentes y, en ocasiones, pasábamos hambre”.
“Pasamos un mes y medio en un departamento céntrico con línea telefónica”, describió sobre el lugar de su cautiverio, “luego hubo una especie de pérdida de control. También sentimos su impotencia. Los ataques aumentaron hasta tal punto que los edificios en los que estábamos sufrieron daños, lo que llevó a un cambio más intensivo de nuestras ubicaciones”.
Chen testificó sobre su sorpresa: “Me sorprendió la compostura de mis hijos el día que fuimos capturados y su resistencia durante toda la terrible experiencia”.
Lo que la sorprendió, explicó, fue “la confianza con la que se comunicaron con nuestros captores en hebreo. Aprendieron muchas palabras en árabe. Escribieron y dibujaron mucho”.