Itongadol/AJN.- Hezbollah lanzó cientos de misiles y drones, y continuó causando daños a las comunidades del norte de Israel.
En el lugar del ataque en Acre, decenas de departamentos, casas particulares y un jardín de infantes resultaron dañados por un impacto directo y una mujer resultó levemente herida.
Además, muchas ventanas de la zona se rompieron y la metralla también penetró en algunas casas.
En el moshav Manot, en la Galilea Occidental, un gallinero resultó y una ruta resultaron dañados, además de otras áreas.
En un departamento que resultó dañado en Acre, los residentes dijeron que no tuvieron tiempo de llegar a la zona protegida, a pesar de la alarma. “Yo estaba en el baño y mi hija estaba en la cama. Simplemente no hubo tiempo después de que escuchamos la sirena, así que la sacamos de su habitación y nos quedamos de pie en la pared adyacente, y entonces todo explotó”, dijo Nurit, señalando que su hija es una niña con necesidades especiales. “Ni siquiera tuvimos tiempo de cerrar la puerta. Todo voló hacia nosotros”, dijo su hijo, Osher.
Una de las casas de la zona fue golpeada directamente en el techo. Gershon Matah, que vive en el edificio, dijo desde el patio, junto a las persianas caídas: “Vivo en el segundo piso. Oímos un ruido y tratamos de llegar al refugio, pero no lo logramos, y antes de llegar allí, hubo una explosión que sonó muy fuerte. Si hubiéramos llegado un minuto o medio minuto más tarde, todos los vidrios, todas las ventanas, se nos hubieran caído encima porque estaban en dirección al dormitorio. Si nos hubiéramos apresurado más, nos habríamos lastimado aquí en la planta baja”.
Merav Abuhazira, una evacuada de Shlomi, en el norte de Israel, que vive en una de las casas dañadas en Acre, habló entre lágrimas de su situación actual. Señaló que antes de febrero la familia había vivido en Haifa y luego se mudó a un departamento en Acre, donde todo había ido bien hasta el domingo por la mañana.
“Ya estoy desesperada, frustrada, no veo ninguna perspectiva de volver a casa, aquí ya no es una situación en la que se pueda vivir, una situación realmente frustrante. Alguien tiene que despertar”, expresó.
Shoshi Naim, una asistente en el jardín de infantes cercano que también resultó dañado, llegó el domingo por la mañana para limpiar los cristales rotos y los destrozos. “Fue un milagro que los niños estuvieran en casa, todavía no hemos vuelto a la escuela después de las vacaciones de verano. Hay muchos fragmentos aquí, y el gran milagro es que los niños estaban en casa y nosotros también, y así es como nos salvamos”, expresó, añadiendo que está muy preocupada por la intención de abrir el año escolar en una semana. “Da mucho miedo abrir el año escolar de esta manera, el camino para llegar al jardín de infantes también es peligroso. Aunque tenemos un refugio y entrenamos a los niños todo el tiempo, ellos saben que en 30 segundos estamos todos adentro; pero aún así da miedo y hay preocupación”.