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Turquía acude a las urnas en unas elecciones históricas

Por Gustavo Beron
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Itongadol.- Turquía celebra este domingo unas elecciones históricas, en las que los 20 años de gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan penden de un hilo, ya que las encuestas le sitúan en una carrera codo con codo con el aspirante de izquierdas Kemal Kilicdaroglu.

La inflación galopante, la elevada tasa de desempleo y las secuelas de un mortífero sismo son las principales preocupaciones de los 64 millones de turcos que tienen derecho a votar por su nuevo líder, en una contienda en la que también están en juego 600 escaños parlamentarios.

Erdogan, de 69 años, que preside el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), se presenta como candidato de la coalición Alianza del Pueblo, de mayoría derechista.

Kilicdaroglu, ex funcionario y economista de 74 años, es presidente del Partido Republicano del Pueblo (CHP), principal partido de la oposición de centro-izquierda. Es el candidato común de media docena de partidos políticos llamados Alianza Nacional, que incluye a socialdemócratas, nacionalistas y conservadores religiosos, entre ellos algunos antiguos aliados de Erdogan.

Tres días antes de las elecciones, Muharrem Ince, de 59 años, presidente del recién fundado partido centrista Patria, anunció su retirada de la carrera electoral. El antiguo miembro del CHP perdió una candidatura a la presidencia en 2018, y su retirada ahora podría impulsar las posibilidades de Kilicdaroglu. Algunas encuestas indican que la mayoría de los partidarios de Ince podrían lanzar su peso detrás de Kilicdaroglu en un escenario de segunda vuelta el 28 de mayo si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría.

Sinan Ogan, nacionalista de derechas de 55 años que representa a la Alianza Ancestral, también aspira al cargo. Pero se espera que obtenga sólo una pequeña parte de los votos.

En una palabra, la inflación. Los precios de los alimentos y otros bienes de consumo, así como de la vivienda, se han disparado, y la tasa de inflación alcanzó un máximo del 85% en octubre. Desde entonces se ha moderado. Pero la inflación sigue siendo superior al 40%, por lo que la crisis del coste de la vida se ha convertido en un obstáculo clave para la candidatura de Erdogan a la reelección.

Otro foco de atención es el terremoto de febrero, que causó más de 50.000 muertos y dejó a millones de personas sin hogar. El coste económico de la catástrofe ha superado los 100.000 millones de dólares. El gobierno de Erdogan recibió críticas por la rapidez de su respuesta de emergencia. Aunque no parece que vaya a haber una gran reacción de los votantes a nivel nacional, la participación podría ser menor en las regiones afectadas por el terremoto.

El destino de unos 4 millones de refugiados en Turquía -la mayoría de los cuales huyeron a través de la frontera con Siria, asolada por el conflicto- es otro tema candente de las elecciones. Aumenta la presión pública para que vuelvan a casa. Los cuatro candidatos presidenciales apoyan la idea en mayor o menor medida.

Los bloques de la oposición turca se comprometen a hachar un modelo presidencial ejecutivo introducido por Erdogan en 2018. Los críticos dicen que la medida aceleró la erosión de los controles y equilibrios al concentrar el poder en manos de Erdogan.

El Partido Democrático de los Pueblos (HDP), que concurre a las elecciones bajo la bandera del Partido de la Izquierda Verde, se considera el principal influyente en el equilibrio de poder de Turquía, tanto para la presidencia como para el parlamento.

El HDP forma parte de una alianza que apoyó a Kilicdaroglu y es casi seguro que será el tercer grupo más importante en el Parlamento, lo que convertirá al bloque en una fuerza para aprobar leyes si las otras dos alianzas no consiguen la mayoría.

Desde las últimas elecciones, más de 5 millones de votantes han podido votar por primera vez. Los encuestadores afirman que Erdogan no goza del favor de los votantes más jóvenes, por lo que una alta participación de este bloque clave podría cambiar la forma de los resultados electorales.

Turquía ocupa un lugar geopolíticamente estratégico al conectar Asia, Europa y Oriente Próximo, y tiene el segundo ejército más grande de los miembros de la OTAN, después de Estados Unidos.

El país se considera un actor clave en cualquier resolución de la guerra de Ucrania, ya que se encuentra a caballo entre ambos bandos, cultivando lazos amistosos con el líder ruso Vladimir Putin al tiempo que adopta una postura neutral en el conflicto.

Las estrechas relaciones de Erdogan con Putin alarmaron a algunos miembros occidentales de la OTAN, pero también utilizó la posición de Turquía para negociar un acuerdo de exportación de grano con Ucrania.

Con Erdogan, Turquía ha hecho alarde de su poderío militar con intervenciones en Siria y el lanzamiento de una ofensiva contra militantes kurdos en Irak. Ha enviado apoyo militar a Libia y Azerbaiyán.

Pero en los últimos dos años, Turquía ha emprendido un camino de acercamiento tras los enfrentamientos diplomáticos con potencias regionales como Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Israel y Arabia Saudí.

Este país, antaño favorito de los mercados emergentes y miembro del G-20 y la OCDE, con una economía de 900.000 millones de dólares, ha irritado a los inversores internacionales al adoptar políticas económicas poco ortodoxas que la oposición se ha comprometido a revertir, incluido el restablecimiento de la independencia del banco central.

Erdogan, ex alcalde de Estambul que sobrevivió a un intento de golpe militar en 2016, no ha perdido unas elecciones en décadas. Ha acumulado un inmenso poder como el líder más longevo de Turquía, aplastando la disidencia y los derechos civiles en el proceso, dicen los críticos.

Pero el partido de Erdogan perdió ciudades clave como Estambul y la capital, Ankara, en las reñidas elecciones municipales de 2019, mientras una crisis monetaria avivaba una breve recesión.

A algunos observadores políticos les preocupa que una estrecha derrota electoral este fin de semana pueda hacer que la administración de Erdogan presione a la Junta Electoral Suprema de Turquía para influir en el resultado, como se le acusó de hacer en la carrera por la alcaldía de Estambul en 2019, que finalmente ganó la oposición.

Ibrahim Kalin, principal asesor y portavoz de Erdogan, descartó esa idea en una entrevista reciente con medios locales, diciendo: «Sea cual sea el resultado de las elecciones, lo respetamos.»

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