Itongadol.- (Times of Israel) Tras la Segunda Guerra Mundial y el asesinato de 6 millones de judíos en el Holocausto a manos de la Alemania nazi, el mundo se unió en torno a una promesa ya conocida: Nunca más.
Una parte clave de esa noble aspiración fue la redacción de una convención que codificaba y comprometía a las naciones a prevenir y castigar un nuevo crimen, a veces llamado el crimen de los crímenes: el genocidio.
La convención se redactó en 1948, el año de la creación de Israel como Estado judío. Ahora ese país está siendo acusado ante el más alto tribunal de las Naciones Unidas, la Corte Penal Internacional (CIJ), de cometer el mismo crimen tan profundamente entretejido en su identidad nacional.
La razón por la que existe la convención sobre el genocidio «está directamente relacionada con lo que el Tercer Reich (nazi) intentó hacer al eliminar a un pueblo, el judío, no sólo de Alemania, sino de Europa del Este, de Rusia», afirmó Mary Ellen O’Connell, profesora de Derecho y Estudios Internacionales sobre la Paz en el Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame.
Ahora, en respuesta a la ofensiva militar israelí en la Franja de Gaza desencadenada por los asesinatos y atrocidades perpetrados por los terroristas de Hamás el 7 de octubre, Sudáfrica acudió a la CIJ y acusó a Israel de genocidio. Israel rechaza la demanda y acusa a Pretoria de dar cobertura política a Hamás.
Sudáfrica también pidió al panel de 17 jueces que dicte nueve órdenes urgentes, conocidas como medidas provisionales, destinadas a proteger a los civiles del enclave costero mientras el tribunal estudia los argumentos jurídicos de ambas partes. La primera y más importante es que el tribunal ordene a Israel «suspender inmediatamente sus operaciones militares en y contra Gaza».
La guerra estalló tras la masacre perpetrada por Hamás el 7 de octubre, en la que unos 3.000 terroristas irrumpieron en el sur Israel desde la Franja de Gaza por tierra, mar y aire, matando a unas 1.200 personas y secuestrando a más de 250 rehenes de todas las edades, en su mayoría civiles.
En respuesta, Israel prometió destruir a Hamás y lanzó una ofensiva militar a gran escala que, según el Ministerio de Salud palestino, causó la muerte de al menos 25.700 personas.
Las cifras publicadas por el Ministerio de Salud, dirigido por Hamás, no pueden verificarse de forma independiente, y se cree que incluyen tanto a civiles como a miembros de Hamás muertos en Gaza, incluso como consecuencia de los disparos de cohetes del propio grupo terrorista.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), por su parte, aseguran que eliminaron a más de 9.000 agentes de Hamás en Gaza, además de a unos 1.000 terroristas dentro de Israel el 7 de octubre.
¿Qué es el genocidio?
La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 define el delito como actos «cometidos con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal», enumerando los actos como matar; causar lesiones corporales o mentales graves; infligir deliberadamente condiciones de existencia calculadas para provocar la destrucción física total o parcial del grupo; imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos; y trasladar a niños por la fuerza.
El texto se repite en el Estatuto de Roma, tratado fundacional de la Corte Penal Internacional (CPI), como uno de los crímenes de su competencia, junto con los crímenes de guerra, los crímenes de lesa humanidad y el crimen de agresión.
La CPI procesa a individuos y es independiente de la CIJ, que resuelve litigios entre naciones.
En sus escritos y en una vista pública celebrada a principios de este mes, Sudáfrica alegó actos genocidas por parte de las fuerzas israelíes, como la matanza de palestinos en la Franja, graves daños psíquicos y corporales, y la imposición deliberada de condiciones destinadas a «provocar su destrucción física como grupo».
Jerusalem rebatió con vehemencia las afirmaciones de Sudáfrica, argumentando que actúa en defensa propia contra lo que califica de amenaza genocida a su existencia por parte de Hamás.
¿Cómo se demuestra el genocidio?
Además de establecer uno o más de los crímenes subyacentes enumerados en la convención, el elemento clave del genocidio es la intención: la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Es difícil de probar.
«Lo más importante es que lo que ocurra se haga con la intención específica de destruir a un grupo, de modo que no haya ninguna razón alternativa plausible por la que se hayan cometido esos crímenes», explicó Marieke de Hoon, profesora asociada de Derecho Internacional en la Universidad de Ámsterdam.
Con respecto a esto, O’Connell señaló: «¿Puede demostrar que la matanza generalizada de estas personas fue intencionada por el gobierno? O … ¿estaba el gobierno librando una guerra y durante esa guerra murió un gran número de este grupo en particular, pero esa no era la intención del gobierno?».
En las audiencias públicas celebradas a principios de este mes y en su detallada presentación por escrito ante la CIJ, Sudáfrica citó comentarios de funcionarios israelíes que, según remarca, demuestran la intencionalidad.
Malcolm Shaw, experto en derecho internacional del equipo jurídico de Israel, calificó los comentarios que Sudáfrica destacó de «citas aleatorias que no se ajustan a la política del gobierno.»
¿Se pronunció antes la CIJ sobre genocidio?
En 2007, el tribunal dictaminó que Serbia «violó la obligación de prevenir el genocidio» en la masacre de Srebrenica de 1995, cuando las fuerzas serbobosnias acorralaron y asesinaron a unos 8.000 hombres y niños, en su mayoría musulmanes, en la región bosnia.
En la actualidad hay otros dos casos de genocidio pendientes ante el la CIJ. Ucrania presentó una demanda poco después de la invasión rusa de febrero de 2022, en la que acusaba a Moscú de lanzar la operación militar basándose en alegaciones falsas de genocidio y de que Rusia estaba planeando actos de genocidio en Ucrania. En ese caso, la CIJ ordenó a Rusia detener su invasión, orden que Rusia desobedeció.
Otro caso es el de Gambia, en nombre de naciones musulmanas, que acusa a Myanmar de genocidio contra la minoría musulmana rohingya. Gambia presentó el caso en nombre de la Organización de Cooperación Islámica.
Tanto Gambia como Sudáfrica presentaron casos ante la CIJ en conflictos en los que no están directamente implicados. Esto se debe a que la convención sobre el genocidio incluye una cláusula que permite a los Estados, incluso a los no implicados, pedir a las Naciones Unidas que actúen para prevenir o reprimir actos de genocidio.