Itongadol/AJN.- El 19 de junio 1919 es la fecha de nacimiento de la reconocida crítica de cine estadounidense Pauline Kaen (foto), cuyo poder y pasión en la escritura se vieron acompañados por la fuerza de la reacción de la gente en su contra.
Su influencia se extendió más allá de su capacidad para ayudar a hacer o destruir una película, también sirvió para inspirar y modelar a toda una generación de jóvenes críticos que informaron con sensibilidad.
Pauline fue la quinta hija de Isaac Paul Kael y Judith Friedman, inmigrantes procedentes de Polonia que eran dueños de una granja de pollos en Petaluma, California, donde ella nació, y que perdieron cuando ella tenía ocho años y se trasladó con su familia a la cercana San Francisco.
En 1936, Kael comenzó a estudiar en la Universidad de California-Berkeley, pero abandonó antes de completar el título de grado y a pesar de sus intenciones de regresar, nunca lo hizo; en cambio, se trasladó a Nueva York con un amigo poeta, antes de regresar a California.
Trabajó en el cine y teatro, se casó y divorció tres veces y en 1948 tuvo una hija con el director de cine James Broughton.
En 1953, el editor de Luces de la ciudad escuchó a Kael discutir sobre películas con un amigo en una cafetería y les preguntó si estarían interesados en colaborar con su revista.
Su primera tarea fue escribir sobre el clásico de Charlie Chaplin Candilejas (Limelight), al cual Kael se refirió como “Slimelight”.
En The New Yorker, donde alcanzó un estatus casi mítico, comenzó en 1968, después que The New Republic se negara, el año anterior, a publicarle un largo ensayo sobre Bonnie y Clyde, una película violenta que le había encantado; William Shawn, el editor de The New Yorker, sí lo hizo.
Kael era una mujer de opiniones fuertes y estilo provocador, que a menudo apoyó películas que estaban cargadas de sexo y violencia; también tenía una tendencia a ir en contra de la corriente respecto de filmes que eran los favoritos de la crítica.
En 1979 aceptó una oferta de Warren Beatty para mudarse a Hollywood y trabajar como consultora en la producción de El amor y el dinero, pero el proyecto nunca llegó a despegar.
Después de unos meses, Kael regresó a The New Yorker, donde escribió una larga crítica: “¿Por qué son tan malas las películas?”.
Se jubiló en 1991, por padecer el mal de Parkinson, y a pesar de que anunció que escribiría ocasionalmente, nunca volvieron a publicarle notas.
Pauline Kael murió en su casa de Massachusetts, el 3 de septiembre de 2001.