Itongadol.- El presidente de KKL Argentina, Diego Stern, dialogó con ItonGadol sobre la fuerte campaña que viene realizando la organización desde el ataque de Hamás del 7 de octubre y destacó cuáles son los desafíos a los que se enfrentan.
“Hay una necesidad de recursos muy fuerte, tanto en cosas materiales como inmateriales. Hay que reparar todo lo que se rompió en la guerra, que son casas, kibutzim, ciudades. El KKL es parte de esa reconstrucción. Y también hay que contribuir a la reparación de la vida de esas personas que fueron afectadas, con tratamiento psicológico. Eso es algo que también es de mucho dinero y de largo plazo”, resaltó.
-¿Cómo pudiste conjugar una institución vital en la vida del mundo judío y una crisis, como fue la guerra, y una cuestión local, que es trabajar y no bajar los brazos?
-A partir del 7 de octubre nos cambió la cabeza a todos. Nuestro trabajo se hizo mucho más intenso y entre comillas “mucho más fácil”, porque nos movilizamos todos. Antes había que trabajar mucho más para que la gente se acerque a que KKL, para que la gente se una, y a partir del 7 de octubre mucha gente se acercó voluntariamente, o cuando nosotros nos acercábamos, nos recibía mucho más.
-¿Esto se traduce también en el apoyo económico?
-Absolutamente, apoyo económico y apoyo en todo sentido. A veces recibir un abrazo o ir a ver a una persona que da una charla, porque estuvo en Israel o porque viene de los lugares afectados, también es una muestra de apoyo importante.
-Ya venías trabajando en la Comisión Directiva, lo que facilitó ponerse a trabajar.
-No es que me puse a trabajar, venía trabajando. Desde hace 6 años estoy en la Comisión, fui encontrando un lugar trabajando ya desde hace un par de años en recaudación. Lo cual uno piensa muchas veces que es poco gratificante y la verdad es que no, no lo es. Porque el que dona en general dona con el corazón abierto y nos agradece a nosotros por ocuparnos y darle la posibilidad de ayudar. Esto obviamente se multiplicó a partir del 7 de octubre.
-Y tus compañeros también venían trabajando en tu comisión directiva. O sea que el día que comenzó la guerra, había una comisión directiva que ya estaba conformada.
-Sí, hubo muy pocos cambios en la Comisión desde que yo asumí. Todos los que trabajábamos seguimos trabajando. En algunos casos duplicando o triplicando la dedicación.
-Hubo un viaje tuyo a Israel. ¿Cuál es el objetivo que se han impuesto?
-Nosotros tenemos dos grandes objetivos: uno es recaudar fondos para proyectos específicos en Israel. Eso lo canalizamos a través de la Oficina de KKL en Israel, que son quienes nos presentan proyectos de distintas magnitudes económicas para que nosotros recaudemos para proyectos específicos.
-¿La guerra cambió eso?
-La guerra cambió los proyectos porque cambiaron las necesidades en Israel y también aumentó significativamente la recaudación, tanto en Argentina como en el mundo.
-¿Y dónde se hace foco hoy?
-Cuando nosotros lanzamos la campaña a los pocos días del 7 de octubre, teníamos un objetivo de recaudación de comprar una ambulancia de alta complejidad para las ciudades del sur. Nos fue muy bien y conseguimos el dinero para comprar dos ambulancias y casi 30 refugios, tanto en el norte como en el sur.
Ahora recaudamos para la ampliación de una casa que recibe a los soldados solitarios, para que tengan un lugar de contención cuando salen de los entrenamientos en el ejército y no estén solos y no tengan que ocuparse de su comida, de su ropa, etcétera. Es un proyecto muy lindo, donde KKL Israel se propuso contribuir con fondos para la ampliación y en muy poco tiempo nos dijeron que ya se consiguió toda la financiación. Nosotros conseguimos recaudar para dos habitaciones, lo cual no es poco, pero la mayoría provino de donaciones del resto del mundo.
-Cuando tuve oportunidad de estar en Israel acompañando al presidente Milei, acompañé el plantado del presidente en el bosque de KKL. Con Nili Pitchon, la responsable Latinoamérica, vi cierta preocupación por lo que viene. Muchos creen que lo peor ya pasó. ¿Cómo podemos trasladar esto a la gente, para que entienda que el camino es largo y es mucho lo que hay que hacer?
-Es un tema de comunicación. Hay que hablar mucho, comunicarlo de todas las maneras posibles. La comunicación es algo muy amplio y es desde las redes sociales y desde el uno a uno. También de uno a 100 o a 500, que sería un orador y una audiencia. Puede ser alguien que venga de Israel, que haya estado en una de las áreas afectadas, o como trajimos nosotros a un sobreviviente del festival Nova, que dio casi 10 charlas en Buenos Aires y en el interior, que fueron esclarecedoras. Cada vez que hablaba de su vivencia y de su supervivencia, llorábamos todos porque fue increíble. Nosotros podemos ayudar estando en esos lugares, tanto para vivenciar de alguna manera lo que pasó, aunque no hayamos estado allí, para transmitirlo a nuestra familia, a nuestros amigos, en la cena. Como pasó cuando mi hija de 17 años fue a una charla y nos contó lo que había escuchado. También es salvador para la persona que habla, que necesita cicatrizar esas heridas e ir a un lugar y recibir cariño y que haya una sala llena, con gente escuchando, contribuye.
-¿En tus diálogos con Nili Pitchon qué percibís como desafío del KKL?
-Hay una necesidad de recursos muy fuerte, tanto en cosas materiales como inmateriales. Hay que reparar todo lo que se rompió en la guerra, que son casas, kibutzim, ciudades. El KKL es parte de esa reconstrucción. Y también hay que contribuir a la reparación de la vida de esas personas que fueron afectadas. Eso es algo que también es de mucho dinero y de largo plazo.
En la ciudad de Sderot ya se está comenzando la construcción de un nuevo Centro de Resiliencia para el tratamiento psicológico a la gente de la ciudad, entre otros proyectos. Hay muchos proyectos tanto de KKL como otras instituciones. Después del 7 de octubre nos dimos cuenta que no es una competencia.
-En lo local, tengo la imagen muy fuerte del KKL interactuando con las instituciones educativas, con las escuelas, ¿cuál es el trabajo actualmente?
-La presencia de KKL en las escuelas es fundamental para nosotros. Esa es la otra pata dentro de los dos grandes objetivos que tenemos, que son recaudación para ayudar a Israel y educación en todos sus aspectos. Uno de esos aspectos es trabajar con las escuelas para darles contenidos, materiales, proyectos, etcétera. Es algo que venimos haciendo desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, se ha traducido mucho material al español totalmente gratuito para las escuelas. En el staff teníamos dos personas e incorporamos una tercera persona para trabajar con las escuelas de la red en todo lo que es sionismo, medio ambiente y obviamente lo relacionado al 7 de octubre.
-¿Cambiará el contenido con la guerra?
-No cambiará sustancialmente, pero tampoco se omitirá lo que pasó el 7 de octubre. De hecho, hay mucho trabajo en ejecución para incorporar de distintas maneras lo que pasó.
-Hubo un viaje de presidentes regionales de KKL Latinoamérica que fueron a Israel no hace mucho tiempo, ¿cómo viste el equipo latinoamericano de presidentes y cómo ves la región?
-Fuimos representantes de Argentina, México, una aleación importante con su presidente de Brasil y la verdad es que nosotros trabajamos en comunidad, tanto dentro de Argentina como con nuestros amigos de otros países latinoamericanos. Hubo gente de Portugal también y todo lo que nos une, nos hace más fuertes. Así como no competimos o buscamos competir contra otras instituciones, sino buscamos juntarnos y fortalecernos mutuamente, lo mismo sucede con Latinoamérica. Somos amigos y tenemos el mismo objetivo, tanto en Argentina, como en Brasil, México y los otros países de la región. Con algunos tenemos más contacto o hemos compartido este viaje o un congreso. Pero compartimos muchas cosas, pensamos proyectos juntos, nos consultamos, nos invitamos a proyectos.
-¿Cuál es el mensaje del presidente de KKL a la comunidad, a los papás que mandan a sus hijos a las escuelas, los directivos, los docentes, para esta etapa que estamos atravesando y lo que viene en estos meses?
-Hasta el 7 de octubre mucha gente pensaba, inclusive nosotros que tenemos una vida institucional, que con lo que hacíamos era suficiente. Y que alguien se está ocupando de cada cosa que hiciera falta. De mandar dinero a Israel o de participar de un proyecto o estar presente en una convocatoria. Si alguien se está ocupando, de alguna manera nos liberaba de nuestra responsabilidad, de nuestra obligación. Algunos decían “yo ya doné”, y si se ponía a pensar, quizás había donado hace tres años. Si viene un familiar de un secuestrado o de un soldado, piensan “no, el lunes a la tarde tengo que hacer tal cosa, va a ir otra gente”. Creo que mucha gente incorporó que “el alguien se está ocupando” no es suficiente. Hay un cambio de conducta, de responsabilidad.
-¿Todas las edades transitan por eso?
-En algunos casos, el segmento de más difícil llegada son los jóvenes adultos. Pero sí, ya se empieza a notar eso y gran parte del desafío que tenemos es trabajar en ese segmento para que también sean participativos en todo sentido.
-¿Habrá Lilaj?
-Sí, 100 por ciento, el 3 y 4 de septiembre en el Teatro Coliseo. Es absolutamente necesario.