Itongadol.- El Estado de Israel atraviesa uno de los momentos más críticos desde su creación. La controversia que se suscitó a partir de la reforma judicial fracturó a la sociedad israelí creando una situación de polarización que nunca antes habíamos visto.
Los enfrentamientos están a la orden del día, en el marco de una sociedad atravesada por diferencias políticas que parecen irreconciliables respecto al futuro del país. En este marco, las comunidades judías de Latinoamérica no podemos guardar silencio, y sentimos la obligación de manifestarles nuestro dolor y profunda preocupación. La reforma judicial, necesaria o no, debe ser producto de un cuidadoso y respetuoso debate entre todos los actores involucrados en la política israelí, apelando al mayor consenso posible y, ante todo, respetando los valores democráticos establecidos en la Declaración de la Independencia.
En un escenario de crecientes amenazas internacionales que pretenden atentar contra la existencia misma del único Estado judío, la tensión hacia el interior de la política y la sociedad israelí pone en peligro la seguridad nacional. No se trata de un hecho teórico, sino de acciones tangibles: miles de soldados de reserva anunciaron que no se presentarán al servicio ante los recientes acontecimientos, y el ex jefe de personal de las FDI, Gadi Eizenkot, advirtió que la combinación de amenazas internas y externas ubica a Israel en su punto más vulnerable desde 1973.
Como afirmara Ronald Lauder, Presidente del Congreso Judío Mundial, “Hoy, el futuro de Israel pende de un hilo. El estado único del pueblo judío se enfrenta a un peligro existencial inminente. Una combinación de amenazas externas e internas sin precedentes ha llevado a Israel al borde del abismo”.
Comunidades miembro del Congreso Judío Latinoamericano:
Las comunidades judías de la diáspora poseemos un profundo vínculo con Israel, admirando y celebrando durante 75 años el milagro de su florecimiento. Lo ha hecho, ante todo, como un Estado democrático y judío. A lo largo de estos años, sus autoridades han tenido la fortaleza para mantener ambas condiciones más allá de las diversas miradas políticas. Este vínculo no anula la necesidad de una mirada crítica sobre los acontecimientos de los últimos meses, en aras de un continuo esfuerzo por mejorar el país y sus códigos morales, salvaguardando la integridad de la única democracia en Medio Oriente.
Por ello, respetuosas de su soberanía pero atentas al peligro que la actual situación representa, las comunidades judías de Latinoamérica hoy alzamos la voz, llamando una vez más al consenso y la unión nacional. Es una responsabilidad que recae en todo el espectro político, tanto del gobierno como de la oposición. A lo largo de los últimos años, Latinoamérica se ha constituido como gran exportador de convivencia. En este marco, y como responsables comunitarios, apelamos a no importar las divisiones de la sociedad israelí a nuestras comunidades, y bregamos por sostener vínculos fuertes e indisolubles con el Estado de Israel. Esto solo será posible en el marco de acuerdos de emergencia acorde a lo que la realidad actual demanda.
La diversidad es una condición esencial que demandamos a nuestras sociedades, con un gran respeto por el pluralismo. Lo mismo pedimos hoy a todos los líderes – políticos, religiosos y de la sociedad civil – del Estado de Israel.