Itongadol.- El Congreso Judío Latinoamericano estuvo presente en el 8º Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo que tuvo lugar en la ciudad de Niza, Francia.
Más de 600 particpantes provenientes de 80 países se reunieron a lo largo de tres días para intercambiar conocimiento y experiencias.
La apertura del Congreso estuvo encabezada por el alcalde de la ciudad de Niza, Christian Estrosi y contó a su vez con un mensaje especial enviado por el Rey Felipe VI de España, quien afirmó que las víctimas tienen un «papel fundamental en la lucha contra la radicalización y el extremismo violento», que puede contribuir a la «mayor cohesión» de las sociedades.
El encuentro reunió a parlamentarios europeos, representantes de ONGs, sobrevivientes de atentados y familiares de las víctimas para desarrollar redes, compartir conocimientos y enfrentar de manera conjunta los desafíos que plantea la problemática del terrorismo a nivel global.
En este marco, el Congreso Judío Latinoamericano -única organización latinoamericana y judía presente en el encuentro- fue invitada especialmente para compartir sus iniciativas de trabajo en la temática, entre ellas los encuentros regionales de parlamentarios contra el terrorismo, el trabajo en capacitación de comunidades y fuerzas de seguridad en gestión de crisis, la creación de una red regional de sobrevivientes y la documentación de testimonios de víctimas del atentado a la AMIA.
Entre los 450 sobrevivientes y familiares presentes en el encuentro se encontraba Carolina Mondino, argentina residente en Niza que sobrevivió al atentado del Día de la Bastilla en aquella ciudad, y que en el año 2018 participó de Sobrevivientes, el encuentro de víctimas de atentados terroristas organizado por el CJL.
También estuvieron presentes Samuel Sender -padre y abuelo de víctimas del atentado a una escuela judía de Toulouse en el 2012- y sobrevivientes del atentado a una sinagoga en Copenhague en el año 2015.
Al cierre del evento un grupo de trece sobrevivientes presentó un manifiesto de ocho puntos solicitando a los Gobiernos un trabajo constante en la lucha contra el terrorismo, así como un compromiso con las víctimas que les garantice protección y asistencia.
Finalmente el manifiesto exige que las acciones terroristas sean consideradas una violación a los derechos humanos y por tanto sean catalogadas como imprescriptibles y juzgadas por el Tribunal Penal Internacional.