Itongadol.- No caben dudas que la crisis del coronavirus no solo puso al descubierto el sistema de Salud de distintos países del mundo, sino que produjo una crisis económica que llevó a la debacle a todos los países, e Israel no se pudo escapar de la misma.
En pocos días, la mayoría de las empresas sacaron a sus empleados a vacaciones obligadas y temporarias sin goce de sueldo y otras prefirieron despedirlos. Esta semana solamente, ingresaron al círculo de desocupados de Israel unas 600,000 personas y se calcula que hasta fines de marzo, el número puede llegar a la friolera suma de 1 millón, algo que a Israel le va a resultar muy difícil de absorber.
Ante esta situación, el primer ministro Netanyahu, junto a su cúpula económica, decidieron tomar diversas medidas para tratar de frenar la catástrofe. El Servicio Social, el Bituaj Leumí, se hará cargo de todos los “nuevos desocupados temporarios”, pagándoles hasta el 70% de su sueldo, sin la obligación de que tengan 1 año de antigüedad en su puesto como lo requieren las reglas del Servicio Social en una situación normal.
Los independientes y propietarios de negocios pequeños recibieron un paquete de 5 billones de shequel del gobierno donde cada independiente podrá recibir un estímulo de hasta 6,000 shequel cada uno en efectivo para paliar de alguna manera las pérdidas producidas por la crisis. Los propietarios de negocios podrán recibir un préstamo de ese paquete, pero en algún momento deberán devolverlo, ya que no es más que eso, un préstamo. Además, les retrasaron los pagos de distintos impuestos como el IVA, el seguro social, los impuestos municipales y los gastos de electricidad y agua. Todas estas medidas con el fin de aliviar un poco la situación que compromete seriamente a los independientes que no tienen un respaldo económico como las grandes empresas.
Sin embargo, las autoridades económicas no retrasaron el pago del impuesto más grande que tienen que pagar los independientes, el impuesto a las ganancias, algo que los irritó de gran manera, ya que si pudieron retrasar todos los impuestos, podían haber hecho lo mismo con el de las ganancias, que al final les complicó mucho la situación.
Los bancos también “aportan” su granito de arena al facilitar el congelamiento de las hipotecas por 3 meses y la posibilidad de agrandar el crédito en las cuentas personales. Pero como es su costumbre, los bancos no regalan nada y aumentaron los intereses de las hipotecas nuevas y los intereses de los saldos negativos en las cuentas personales.
Hasta aquí, se podría decir que el paquete económico de urgencia resulta lógico y puede ayudar a la gente a atravesar tan difícil situación, pero con el correr de las horas, se puede ver que algo no marcha. Se caen las páginas del Servicio Social, el internet no da abasto ante tantos pedidos y al no trabajar las oficinas por las normas del ministerio de Salud, no hay con quién hablar y todo queda supeditado a la buena predisposición del internet.

La poca gente que elige subir a los transportes públicos lo hace con cuidado.
Pero ahí no se acaban los problemas. Y el principal es que hace 1 año que en Israel no hay gobierno y todas las grandes decisiones necesitan la aprobación del parlamento, la Knesset, que por ahora no está activada y el juramento de sus nuevos miembros se realizó hace unos días sólamente.
Por el bien de todos y para que la gente no se derrumbe, es necesario un gobierno, aunque sea de emergencia para que se puedan aprobar de alguna manera, estos presupuestos especiales, y esperemos que los politicos dejen a un lado sus preferencias personales para sacar adelante un país que necesita pasar esta crisis económica que tiene aterrado al mundo entero.