Itongadol/AJN.- Con Estados Unidos eliminando el último bastión del grupo terrorista, algunos se niegan a reconocer su caída y mantienen la lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi
«Mi hijo crecerá para convertirse en un jihadista», gritó con orgullo una mujer cuando se bajó de un autobús para transportar a las personas fuera de la última franja de territorio del grupo terrorista del Estado Islámico en el este de Siria.
Desafiante y enojada, es una de las 2.000 personas evacuadas el viernes de la última parte del territorio de los yihadistas en la aldea de Baghouz, cerca de la frontera iraquí.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) son respaldadas por Estados Unidos.
Las mujeres con velo sobre su cabeza y vestidas de negro dijeron que eran seguidores del «califato» del ISIS.
Una de ellas dijo que era siria y vivía en esa zona.
«¿Quién dice que teníamos hambre?», Preguntó, mientras amamantaba a un bebé recién nacido.
«En una casa, los residentes no pasan hambre», agregó.
Como muchos de los que estaban con ella, se negó a reconocer el final cada vez más cercano del «califato».
Ella insistió en que los yihadistas solo habían «tropezado», y agregó que nunca quiso dejar su territorio.
«Si el califa no lo hubiera ordenado, no nos habríamos ido», aseguró, refiriéndose al supremo Abu Bakr al-Baghdadi, que sigue en libertad.
«Espero que el califato islámico regrese y se disemine por todos los rincones del mundo».