El «rais» palestino, Yasir Arafat, podrá volver a moverse libremente por los territorios autónomos de Cisjordania y la franja de Gaza, en aplicación del acuerdo alcanzado con el Gobierno israelí, logrado a través de la mediación diplomática de Estados Unidos, y promovido por Arabia Saudí.
Esta posibilidad debería concretarse en pocas horas, después de que la delegación de agentes de seguridad británicos y estadounidenses se haya hecho cargo de la custodia de los seis presuntos terroristas cuyo encarcelamiento ha sido exigido por el Gobierno israelí.
Un convoy formado por una docena de vehículos asignados al Consulado General de los Estados Unidos en Jerusalén se encargó de realizar el traslado de los presos a la prisión central de Jericó.
Los seis activistas, cuya privación de libertad supondrá la recuperación de movimientos para Arafat son los cuatro responsables del asesinato del ministro israelí de turismo, el secretario general del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), Ajmed Saadat, y el encargado del contrabando del cargamento de armas que fue interceptado por la Marina israelí el pasado mes de enero, Fuad Shubaki.
Fuentes de la Autoridad Nacional Palestina insistían en su teoría que la aceptación de este acuerdo por parte del primer ministro israelí, Ariel Sharón, son fruto de un pacto secreto con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, para descafeinar al máximo la misión de verificación de las Naciones Unidas que ha de esclarecer los hechos acontecidos en el campo de refugiados de Jenín.
En cambio, en las calles de Ramalá, la hipótesis popular que se discute es que el propio Arafat sea cómplice de dicho pacto, para así salvar su «pellejo político», después de no haber podido salir de los límites de esta ciudad desde hace meses, además de haber estado confinado forzosamente en el «Mukata» desde el pasado 2 de diciembre.