Itongadol.- “Marcha por la Vida es una organización sin fines de lucro que no recibe dinero del gobierno de Israel, ni de la Sojnut, ni de otros organismos; todo comenzó con un grupo de personas de Israel que hace 27 años dijeron: ‘Hay que hacer algo ante los negadores de la Shoá y los nuevos antisemitas, que si no los combatimos será peor, y tenemos que contarles la historia a nuestros jóvenes a través de los sobrevivientes, que dentro de unos años ya no estarán con nosotros’, y todavía siguen apoyando el proyecto”, resumió Yossi Kedem (foto), su director general, en diálogo exclusivo con la Agencia Judía de Noticias (AJN) durante su visita a la Argentina.
“Es un programa educativo para todas las edades, para enseñarles a sus participantes sobre los dos acontecimientos históricos más importantes del judaísmo moderno, que son la Shoá y el renacimiento del Estado de Israel; así, en Iom HaShoá estamos en Polonia y poco después estamos en Iom Hazicarón y Iom Haatzmaut en Israel, y por eso también se llama ‘De la Shoá a la resurrección’”, prosiguió.
“Es particular por varios aspectos: el momento en que lo hacemos, somos el único que lleva a jóvenes de todo el mundo y el espectro religioso del judaísmo al mismo tiempo y lugares -fueron 12.000 participantes y en 2015 serán todavía más-, y a pesar de que el programa es de solo dos semanas, en realidad dura entre seis y doce meses porque tenemos una larga preparación sobre la Shoá y el Estado de Israel antes de viajar, y cuando vuelven tienen varios encuentros para hablar de sus experiencias, eventos y todo lo que pasó”, precisó el funcionario.
“Desde la primera Marcha por la Vida, en 1988, participaron más de 200 mil personas y estamos todo el tiempo en desarrollo porque nuestro objetivo es permitir que todo estudiante judío interesado en el programa pueda participar”, explicó.
“Nuestra particularidad es la fuerza de nuestros participantes, nuestro mensaje y la gente de bien que está dispuesta a ayudar y a recaudar fondos”, sintetizó Kedem.
“En la Argentina tuvimos un crecimiento muy serio a través de los años: en los primeros años había entre 20 y 40 participantes y este año hubo 400 personas -350 estudiantes y 50 adultos-, a pesar de todas las dificultades económicas y los problemas”, ejemplificó.
“Pienso que la principal explicación es que la comunidad -en especial, el sistema educativo- entiende la importancia de Marcha por la Vida y, sobre todo, qué genera en sus participantes, que vuelven ‘más’ judíos, vinculados a Israel y quieren ser voluntarios, y hay una participación activa de las escuelas, que a los estudiantes que van a viajar les enseñan sobre la Shoá y el renacimiento del Estado de Israel”, destacó su director general.
Asimismo, “en Marcha por la Vida siempre tenemos sobrevivientes de la Shoá, que vienen con los grupos y viaja uno en cada micro”, informó.
“Su función no es contarnos la historia, para eso tenemos historiadores y docentes, lo que buscamos es su relato personal: qué les pasó y a sus familias, dónde vivían, en qué campos estuvieron; es importante porque si se dice que mataron a seis millones de judíos, es muy difícil de captarlo porque es un número muy grande, pero cuando viene un sobreviviente de la Shoá y cuenta que, de repente, cuando tenía 10 años vinieron a la noche, agarraron a su familia y la subieron a un tren, ahí se entiende y se crea una relación muy fuerte entre ellos”, justificó Kedem.
“Lamentablemente nos encontramos en la última etapa en que los sobrevivientes pueden viajar con los estudiantes y contarles su historia porque el año que viene van a ser 70 de la finalización de la guerra y ya están grandes; por eso ahora es especialmente importante que los jóvenes saquen de ellos todo lo que puedan, tengan la experiencia de contar con los sobrevivientes en el programa y luego transmitir sus relatos”, subrayó.
“Marcha por la Vida es un programa aglutinador y queremos integrar a todas las organizaciones judías; en cada país tenemos un organismo que es nuestro socio -en la Argentina es Hebraica- y cada uno asume la responsabilidad de encontrar a sobrevivientes locales que viajen con los jóvenes, con sus mismos idioma y cultura, de modo de conectarse mejor con ellos”, afirmó su director general.
“Vine para encontrarme con diversos grupos -directores de escuelas, docentes, alumnos-, hablar del programa del año que viene, aprender de lo que pasó en el anterior y cómo podemos corregir lo que no estuvo tan bien, temas presupuestarios y burocráticos, etc., y para agrandar el proyecto: nos reunimos con una veintena de directores de diferentes entidades y con estudiantes y adultos interesados en participar, y uno de los objetivos es incrementar la cantidad de gente grande que sale de la Argentina”, aseguró.
Kedem participó por primera vez en 1990, en la segunda Marcha por la Vida: “Un israelí que fue a Polonia y después viajó a Israel y por primera vez lo vio con otros ojos; lo que me parecía común y eterno porque para mí era como que Israel siempre había existido, de pronto vi su importancia de otro modo: ¿qué habría pasado si Israel hubiese estado en la época de la guerra?, ¿en qué situación estaría hoy el pueblo judío?”.
“Provengo de una familia sefaradí que no sufrió la Shoá, soy contador y economista, no un educador, y eso generó en mí un cambio absoluto: me enamoré de Marcha por la Vida y trabajo en ella hasta hoy”, describió.
“Hoy veo el mismo poderío en Marcha por la Vida que en la primera oportunidad, y eso refleja la importancia del proyecto y de su continuidad; y también es interesante ver la influencia en todos sus participantes, ya sean jóvenes o adultos, judíos o no”, finalizó su director general.
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