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En 1996 el entonces primer ministro Benjamín Netanyahu dejó a muchos con la boca abierta cuando se paró frente a una sesión conjunta del Congreso de Estados Unidos y declaró que Israel tenía intenciones de independizarse de los billones de dólares que recibía anualmente de la asistencia americana.
“Creo que no puede haber un tributo más grande para la ayuda de América a Israel que nosotros podamos decir: Alcanzaremos la independencia económica”, dijo. Luego de los aplausos, el Congreso decidió convertir la asistencia económica en asistencia militar. Esta semana Netanyahu desearía haber tenido más éxito.
A menos que el presidente americano, Barack Obama, y el Congreso lleguen a un improbable acuerdo para el primero de marzo, habrá un recorte automático de $85 billones conocido como “secuestro” en los gastos del gobierno americano, un movimiento que amenaza con llevar al país nuevamente a la recesión y enviar un efecto dominó en todo el mundo.
Para Israel el secuestro tendrá efectos directos e indirectos. En un nivel directo reducirá la asistencia militar. Aunque todavía no se conocen los números exactos debido al modo en el que se llevará a cabo el procedimiento, Israel perderá la ayuda militar y los programas conjuntos con el Pentágono.
El Estado Judío también se enfrentará a un recorte de gastos de defensa, que serán casi la mitad del embargo. Según el Comité Interno de Servicios Armados, el presupuesto de defensa perderá $55 billones un año antes de los cortes planeados. Eso significaría grandes cortes a los programas conjuntos como los sistemas de defensa de misiles Flecha y Honda de David.
Los efectos serán indirectos sobre el Domo de Hierro. A pesar de que Obama ha prometido financiar el programa, el hecho es que no es parte del presupuesto actual, lo que significa que el secuestro no cortará sus fondos directamente.