La noche de Iom Haatzmaut trae consigo mucha alegría y celebración. En la ceremonia inaugural nacional, 12 antorchas, representando a las 12 tribus de Israel, son encendidas por representantes elegidos de la sociedad. Las sinagogas son iluminadas como en las festividades religiosas, la gente se viste de fiesta, y las plegarias están llenas de música y de agradecimiento por el don de la independencia luego de casi 2000 años de exilio demoledor. Los lugares públicos se llenan con festejantes que disfrutan de conciertos, fuegos artificiales y todo tipo de entretenimientos.
Al día siguiente, los observantes otra vez festejan, agregando la recitación del Halel. Se trata de una serie de Salmos, desde el 113 al 118, que son leídos en las festividades que conmemoran milagros por los cuales el pueblo judío fue librado del peligro.
La entrega de los Premios Israel en varias áreas tiene lugar en este día, al igual que el Concurso Internacional de Biblia para la Juventud Judía. Hay una amplia gama de eventos deportivos, culturales y de entretenimientos. Los israelíes son invitados a visitar exhibiciones militares, parques públicos y reservas naturales. Asados –llamados mángalim- una forma israelí de festejar muy popular, se realizan en todos los parques y jardines del país.
La observancia de Iom Haatzmaut como una festividad religiosa tampoco deja de tener sus controversias. Algunos argumentan que, aunque la independencia política es en beneficio del pueblo, estamos muy lejos del logro de los ideales mesiánicos de la paz y la hermandad universales, y del reconocimiento de Dios por la humanidad. Por eso, dicen, celebrar la independencia de Israel es prematuro.
ftE Departamento de Hagshamá – Organización Sionista Mundial.
www.wzo.org.il