«Hemos sufrido atrocidades sin precedentes en la historia de la crueldad y de la violencia», indicó Hanegbi a la prensa en Jerusalén. El ministro hizo estas declaraciones al margen de una ceremonia destinada a dar las gracias a la Association International Fellowship of Christian and Jews, con sede en Chicago, que ha donado dos millones de dólares para la compra de detectores que serán utilizados en 1.000 autobuses, es decir la quinta parte del número de autobuses en Israel, en las próximas semanas.
«La política del terrorismo fanático ha afectado a numerosos inocentes que utilizan los medios de transporte público porque no tienen bastante dinero para comprar su propio vehículo», añadió.
Cientos de israelíes han muerto y miles de otros han resultado heridos por kamikazes palestinos desde el comienzo de la Intifada a finales de septiembre de 2000, muchos de ellos en autobuses públicos. El último atentado de este tipo remonta al 22 de febrero. Un palestino murió activando su bomba en un autobús en el oeste de Jerusalén. Ocho personas fallecieron y unas 60 resultaron heridas, entre ellas escolares gravemente alcanzados.
«Doy las gracias a los buenos cristianos que ofrecen su dinero ganado con el sudor de su frente para salvar a judíos y árabes, dado que los autobuses son utilizados por los dos pueblos», añadió Hanegbi. «Esperamos que esto constituya vuestra última contribución y que este fenómeno desaparezca de nuestra vida».
La ayuda también será destinada para pagar nuevos reclutamientos para la seguridad que se encargarán de registrar a cada pasajero antes de subir a un autobús.
En virtud de este proyecto, de un coste de 7 millones de dólares, se instalarán detectores también en la entrada de las casi 50 estaciones centrales de autobuses en Israel y en 22.000 paradas de autobús en los próximos meses. Hanegbi indicó que su ministro tiene previsto reunir los fondos necesarios para extender lo que llamó «la nueva táctica de seguridad» a la totalidad de los 5.500 autobuses en Israel y en sus paradas.