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Israel estudia otorgar la ciudadanía a hijos de obreros ilegales

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La tendencia, según fuentes del Gobierno, es regularizar esa situación y conceder la nacionalidad a esos niños y adolescentes, que se educan en escuelas de Israel, hablan la lengua hebrea como sus compañeros y festejan con ellos las fiestas judías.
La mayoría de esos niños tienen menos de cinco años de edad, descienden de trabajadores ilegales y no son reconocidos como ciudadanos israelíes, pero tampoco son ciudadanos de los países de donde provienen sus progenitores.
La radio pública entrevistó esta mañana a Alfonso Museri, de 14 años, nacido en Tel Aviv, en el seno de una familia de trabajadores de Sierra Leona, cuyo padre fue expulsado hace nueve años, y que se desentendió de su esposa y sus cinco hijos tras la deportación.
Alfonso, que se propone servir en el Ejército como sus compañeros judíos cuando concluya la escuela secundaria, era uno de los menores que, respaldados por sus maestros, se manifestaron en Jerusalén, delante de la sede del Gobierno, en la «Ciudadela de Ben Gurión».
Un amigo del muchacho, de 13 años, como él nacido en este país, y sus parientes, tuvieron que abandonarlo la semana pasada.
El debate en la Comisión Ministerial fue promovido por el titular del Ministerio del Interior, Abraham Poraz, a favor de concederles la ciudadanía.
«Yo estoy a favor de que esos niños se queden en el país y que reciban la ciudadanía pero el problema es que este precedente puede crear después una situación que impida la expulsión de obreros ilegales de Israel», dijo el ministro de Turismo, Beny Eilón.
Uno de los profesores de Alfonso, Aharón Donitz, de la escuela «Rogozin», declaró que en su establecimiento estudian cincuenta de esos chicos y que alegó que deben ser aceptados como ciudadanos según la Convención Internacional para la Defensa de los Menores.
La situación de los ilegales afecta gravemente a sus hijos, que como ellos no gozan de derechos sociales pues «no existen» al no estar inscritos en el Registro Civil, y con ellos se ven obligados a vivir a escondidas y con el miedo de ser deportados. EFE ez/msr

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