Más aun, los palestinos no creen que la decisión de impedir la implementación de la partición de Palestina, decidida por Naciones Unidas, haya sido incorrecta o inmoral. Lo que lamentan es haber perdido la guerra y no haberla empezado. De ahí en más los palestinos han culpado al sionismo, a los israelíes, a las grandes potencias, países occidentales y a los lobbies judíos, de su destino. Nunca una autocrítica sobre las decisiones tomadas por su propio liderazgo.
Los palestinos se quejan reiteradamente por el hecho de que Israel no ha cumplido con diversas resoluciones de Naciones Unidas. Lo que omiten es que ellos rechazaron la resolución 181 de 1947 acerca de la partición de Palestina, la resolución 194 de 1948 que contiene un párrafo referido al hecho de que se debería permitir a «los refugiados que deseen retornar a sus lugares, y vivir en paz con sus vecinos, lo pueden hacer en la fecha práctica más cercana, o recibir compensaciones» (contrariamente a lo ampliamente difundido, la resolución no establece el denominado «derecho a retorno»). Además, rechazaron la resolución 242 del Consejo de Seguridad de 1967. Ellos redescubrieron la resolución 181 después de 40 años en la así llamada «declaración del establecimiento de un Estado Palestino» en 1988 y la 242, 25 años después en la Declaración de Principios firmada en 1993 en el marco de las negociaciones de Oslo.
Al rechazar el plan de paz Barak-Clinton en 2000-2001, y al comenzar con la mas sangrienta ola de terrorismo de los últimos tiempos, los palestinos perdieron sus mejores aliados en la opinión publica israelí. El concepto de «separación» entre ambas comunidades, que finalmente terminó en la construcción de la cerca de seguridad, nació de una demanda de este mismo sector de la opinión pública israelí, que al principio no generó especial entusiasmo en el Gobierno de Israel. Solamente después de la intensificación de los atentados, especialmente luego del ataque en las pascuas judías de 2002, hicieron que el Gobierno decidera construir la cerca como medida para restringir el acceso de atacantes suicidas a las ciudades israelíes.
El papel de la ONU
Fueron las Naciones Unidas -el único organismo que expresa aunque de manera imperfecta la legitimidad internacional- que determinó que a los judíos les correspondían un Estado en parte de su Hogar Nacional. Fueron las Naciones Unidas que aceptaron el reclamo sionista de que esto representaba un conflicto entre dos movimientos nacionales, y que luego como consecuencia vieron un compromiso como el único camino razonable para llegar a una solución.
El movimiento sionista, no sin sus reservas al respecto, aceptó el principio de la partición. El liderazgo árabe y palestino, sin embargo, lo rechazó.
Es irrelevante el hecho de que Israel no haya hecho lo que las Naciones Unidas, o una mayoría automática que vota cualquier resolución antiisraelí esperaba de Israel. Lo verdaderamente importante es que en el tema central del derecho del pueblo judío a tener su propio Estado, la ONU acepto el reclamo judío y rechazo el reclamo árabe.
Benny Morris, uno de los mas importantes historiadores israelíes de los denominados «nuevos historiadores» que cuestionan la historiografía clásica, escribió en un artículo en abril de 2003: «Una de las características del movimiento nacional palestino es que los palestinos se ve como víctima perpetua de otros -otomanos, turcos, funcionarios británicos, sionistas, americanos- jamás contemplan que son, al menos en una gran parte, víctimas de sus propios errores e inequidades.
El corolario inevitable de esta negación de reconocer que su propio accionar histórico ha sido el perpetuo lamento palestino -que yo temo, es el termino apropiado- para que el mundo exterior los rescate de lo que es usualmente su propia falta.
*Oron es Embajador de Israel en Buenos Aires
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Fte C.I.D.I.P.A.L.