De esto se entiende que la orden de elevar las luminarias indica a cada judío que debe encender la vela de Di-s en su interior Y dentro de su prójimo.
El candelabro se encendía en el Heijal, el sector más sagrado del Templo después del Kodesh HaKodashim (el lugar Santo de los Santos)3. Había otros lugares en el Templo que eran sagrados, pero el candelabro era posible encenderlo sólo en el «Heijal» y no en otro lugar. El encendido de la Menorá podía tener lugar sólo en el nivel de alta santidad que nos encomendó la Torá.
NO MENOS
Así también debe ser con respecto al encendido de la vela de Hashem en nuestro interior y en el seno del semejante. El judío debe encender su vela de Di-s en el nivel de santidad que de él se exige, de acuerdo a su estado espiritual. Uno podría argumentar que de otros no se exige alcanzar tan alto nivel de santidad. ¿Por qué justo de él se exige tanto?. La respuesta es que de cada cosa y de cada persona se exige lo adecuado a su nivel. (Por supuesto, que en el cumplimiento de los preceptos como están legislados en el Código de Leyes judío -el Shuljan Aruj- todos los judíos son iguales. Aquí nos referimos al servicio a Di-s a través de la elevación interior y la santificación personal)
Tal como el sagrado candelabro podía encenderse sólo en el «Heijal», y no en un recinto de menor santidad, así también cada judío debe lograr el mayor nivel de santidad, de acuerdo a sus capacidades y posibilidades. El mismo hecho de que uno está en condiciones de llegar a cierto nivel de santidad, es prueba de que esto es lo que se exige de él. Di-s no exige del hombre más de lo que está en sus fuerzas y posibilidades, pero tampoco menos de ello.
HOY SE DEBE
Tal como hay diferencias entre un hombre y su compañero en lo que se exige de cada uno, así también cada generación tiene sus exigencias específicas. Hay quienes se escabullen del estudio de las enseñanzas Jasídicas (del Baal Shem Tov y sus alumnos) con el argumento de que en generaciones anteriores había judíos íntegros en su Temor a Di-s que no las estudiaron en absoluto.
Debe recordarse que cada generación tiene sus exigencias. Es verdad que en generaciones anteriores había judíos perfectamente temerosos de Hashem sin estudiar Jasidut, pero a partir de que el Altísimo reveló esta parte interior de la Torá, eso mismo prueba que Él pretende que sea estudiada. En nuestras generaciones no puede uno darse por satisfecho solamente con estudiar la parte revelada de la Torá, sino que se exige de cada uno elevarse al nivel de la mayor santidad y estudiar también la parte interior de la Torá, Torat HaJasidut.
UN FUEGO OPACO Y UNO BRILLANTE
También esto se ve simbolizado por las luminarias. En la llama de la vela está el fuego más opaco, oscuro, que se encuentra cerca de la mecha, y está el fuego brillante que se eleva hacia arriba. Así también, en la Torá de di-s está la Torá revelada, la que se ocupa de los temas terrenales, «más cercana a la mecha», donde la Luz Divina está más oscurecida. Y está la parte interna de la Torá, la que trata abiertamente de los temas espirituales y Divinos, la luz brillante.
Para que la luminaria esté completa debe iluminar con ambas luces y fuegos- con la luz de la Torá revelada y con la luz de la Torá interior. El estudio de las enseñanzas Jasídicas de la fuerza y el poder para superar las pruebas de nuestra época y a su vez brindar estímulo e inspiración en el estudio de la parte revelada de la Torá y en el cumplimiento de las Mitzvot.
(Likutei Sijot Tomo 2, Pág. 318)
NOTAS: 1.Bamidbar 8:2 2.Zejaria 2:14, en adelante 3.Kelim Cáp. 1, Mishná 1
Jabad