Itongadol.- Al pueblo islámico que vivía bajo el dominio de los Ilkhanids nunca le gustó tener un miembro “infiel” en el poder, mucho menos uno tan hábil en la recolección de impuestos como Sa’d al-Dawla. Según el historiador Heinrich Graetz, su llegada al poder causó una “gran irritación” entre los musulmanes, quienes “estaban acostumbrados a aborrecer a los judíos y a los cristianos”.
El 5 de marzo de 1291 Sa’d al-Dawla, el poderoso Gran Visir judío del monarca mongolés Agrhun Khan, fue asesinado en el campo real. Él era un médico por entrenamiento quien, debido a sus habilidades financieras, fue elegido por el cuarto gobernante de los Ilkhanids, una dinastía que entre 1260 y 1335 lideró lo que son hoy en día Irán y los países que lo rodean.
Sin embargo, su llegada al poder y el hecho de que no era musulmán le ganaron muchos enemigos, lo que llevó eventualmente a su caída.
Abhun era un budista que estaba aceptando a los musulmanes, judíos y cristianos, y que quedó impresionado con al-Dawla, a quien primero designó recolector de impuestos en Baghdad y en 1289 Gran Visir de todo el reino. Según el historiador Heinrich Graetz, la llegada de Sa’d al poder causó una “gran irritación” entre los musulmanes, quienes “estaban acostumbrados a aborrecer a los judíos y a los cristianos y a considerarlos perros infieles”.
A principios de 1291 Arghun se enfermó y los oponentes de al-Dawa lo acusaron de envenenar al monarca. Cuando estaba claro que el líder iba a morir, tomaron ventaja de esto y asesinaron al Gran Visir. Dos días más tarde murió el rey. El destino fatal y violento de Sa’d fue luego compartido por miembros de su familia y siguió a manifestaciones antijudías en varias ciudades.