Agencia AJN (Por Gustavo Berón).- El director del servicio de Psicología de la Universidad de Tel Aviv, Alberto Meschiany, dialogó con las Agencia AJN sobre las consecuencias que dejará la crisis del coronavirus: “Los chicos incorporan los miedos de los padres, dependen no solo de su seguridad física sino también de la seguridad emocional”.
Agencia AJN.- La crisis del coronavirus produce innumerables efectos económicos, sociales y sanitarios. Pero muchas veces se deja de lado otro aspecto fundamental: la salud mental. En una extensa entrevista con la Agencia AJN, el director del servicio de Psicología de la Universidad de Tel Aviv, Alberto Meschiany, afirmó que las consecuencias de la pandemia “no se ven inmediatamente” y destacó la necesidad de “tratar de mantener las relaciones, amistades y contactos familiares tan activos como sea posible de manera virtual” para no caer en la depresión.
Consultado sobre las similitudes de esta pandemia y los efectos de una guerra, Meschiany reflexionó que “cuando empieza un conflicto todo el mundo se empieza a juntar, se le manda cosas a los soldados, nadie protesta, ven la necesidad y se identifican, hay una razón para involucrarse. Pero siempre llega un momento en que algo se empieza a quebrar y empiezan las crisis, las polarizaciones. En ese sentido es similar. Creo que hasta la retórica de la gente que dirige esto es similar a los momentos de la guerra, los términos que usan son ‘Estamos en una guerra’, ‘el virus es nuestro enemigo’”.
Respecto a la posibilidad de que se implementen nuevas restricciones en Israel, consideró: “Volver atrás va a ser muy difícil y convencer a la gente de nuevo que hay un peligro tremendo será muy difícil. Hay muertos en Israel por la pandemia pero no son de las dimensiones con las que nos habían asustado. Se crea la sensación de que el causal de miedo es un tipo de política”.
Además, resaltó el grupo más vulnerable está compuesto por “la gente mayor y sola, es la que más sufrió y la que está sufriendo hoy en día porque no tiene con quién compartir su ansiedad y su angustia”.
-AJN: ¿Cómo describe la actual situación que se vive en Israel?
-AM: Israel está saliendo, abriendo las puertas, y la gente cada vez sale más y conjuntamente con eso se triplican los casos diariamente que se diagnostican con coronavirus. Existe la amenaza de que lleguemos a un cierre total, ahora se están cerrando puntualmente diversos barrios donde el nivel de contagio es más alto. De nuevo encierran a los barrios de los religiosos, que en la primera ola fueron los que más sufrieron y más se contagiaron. En los últimos días hay muchos casos en la zona de Tel Aviv porque la gente comenzó a ir a la playa, a fiestas, a espectáculos, lo que expone a la gente al peligro de contagiarse.
-AJN: ¿Cómo explica que se haya llegado a esa situación?
-AM: Creo que la presión que lleva a este tipo de aperturas es la presión económica. Mucha gente sufre y va a seguir sufriendo por mucho tiempo. Muchos negocios cierran porque fueron a la quiebra, mucha gente quedó sin trabajo, muchos desocupados… La presión de esta gente hace que el gobierno decida tener una perspectiva desde el punto de vista social y económico cuando en la primera etapa las decisiones eran de tipo sanitaria, sin importar el costo.
-AJN: ¿Y qué efecto psicológico se ven en esta crisis?
-AM: Cuando pasa una crisis tan interna, los efectos y las consecuencias no se ven inmediatamente porque el instinto principal es prohibir, el miedo te hace encerrar y surge la pregunta de cómo resuelvo mis conflictos. Ni siquiera es cómo resuelvo mis miedos sino cómo me protejo. En la parte aguda de la crisis que fue en marzo y abril la gente llegaba con menos apoyo psicológico y trataba de protegerse físicamente de lo que veía por televisión. Con la salida vemos más cantidad de gente necesitada de apoyo tanto por el estrés vivido en la época más aguda de la crisis como por las consecuencias de la ansiedad que eso provocó, de la angustia de haber estado distanciado de los seres queridos, de haber perdido el trabajo, de haber tenido que estudiar online, porque no para todos fue fácil. Mucha gente empieza a darse cuenta que paralelamente a los efectos económicos se suman los efectos psíquicos, mentales y emocionales. Vemos más gente con estado de ansiedad pronunciada, con estado de tipo de depresión, que son las reacciones normales a la situación. Esto puede transformarse en algo más crónico y más preocupante.
-AJN: ¿A qué franja de la sociedad afectó más?
-AM: Lo que vemos y me entero por otros lugares del mundo, la gente mayor y sola es la que más sufrió y la que está sufriendo hoy en día porque no tiene con quién compartir su ansiedad y su angustia. Es la gente que es más vulnerable a ser afectada emocionalmente. Por eso es muy recomendable que en lugares como Argentina, donde se exige el aislamiento social, buscar mantener contacto con la gente mayor que tiene menos oportunidades de encontrar gente y de salir. Hay vulnerabilidad en el polo opuesto, gente que vive en departamentos modestos o chicos donde el ambiente se puede poner muy tenso porque no hay manera de sacar las tensiones que a veces en la rutina podrían ser normales. Vemos que hay una erupción de casos de violencia en la familia a causa de esa tensión que ocurre cuando la situación económica apremia más.
-AJN: Argentina está en los 100 días de cuarentena, ¿qué efecto puede tener en las personas?
-AM: No me considero calificado para dar una opinión al respecto, es un tema complejo porque tiene que ver con la salud. ¿Cuál es la mejor política con la que se puede mantener la salud de la gente versus el impacto económico y el emocional del encierro? Si Argentina o cualquier país pasa todo un año entero encerrado y puede proveer de dinero y alimentos para vivir de una manera normal, entonces desde el punto de vista de la salud sería lo mejor. Pero en lo que tiene que ver con la salud mental y la economía de la familia e incluso del país, no se puede ignorar eso. Se debe encontrar una armonía perfecta y eso es muy difícil. Pero obviamente cualquier decisión para un lado o para el otro tiene un precio. En hebreo hay un dicho que dice que la sábana es corta y si se tira de un lado se descubre del otro y se pasa frío. En Israel donde se abrieron los comercios y los bares, la gente sale y el precio se empieza a pagar con la salud. Argentina vive una crisis atrás de otras, por eso mucha gente se debe ver golpeada porque no puede salir a trabajar y proveer a su familia de lo necesario.
-AJN: En Buenos Aires, hubo manifestaciones en reclamo por la cuarentena y su efecto por la falta de libertad, ¿cómo se interpreta?
-AM: Me lleva un poco al terreno político. Acá también hubo cuestionamientos sobre los intereses políticos de mantener la cuarentena y que la gente no se pueda expresar porque no quieren que protesten por tal o cual decisión que se está tomando. Por supuesto que puede haber cosas de ese tipo. En un lugar ideal donde existe la confianza en que el gobierno de un país cumple como tipo de autoridad grande de la familia que se preocupa por su gente habría menos protestas porque sabemos que están haciendo lo mejor por nosotros. Cuando existe desconfianza hay mucha más quejas porque están usando el encierro para promover otros intereses, no me refiero puntualmente a Argentina. Acá en Israel, hace dos meses, cuando dijeron que iban a usar los servicios de inteligencia para saber por dónde los enfermos pasaron, la gente lo aceptó como algo razonable, pero ahora ya no. Lo ven como una intromisión a la privacidad.
-AJN: En el caso de Israel, teniendo en cuenta las restricciones aplicadas, ¿considera que la gente aceptará retroceder en alguna de las fases?
-AM: Me la pregunto todos los días. Estoy en la Universidad y cada vez que salgo me tengo que poner la mascarilla, a veces me la olvido, pero la mayoría de las veces me la pongo. Es algo inherente en la gente que hay un tipo de rebeldía y se formó un tipo de no creer en todo lo que se dice. O como vimos al principio cuando fue Pesaj y el primer ministro y el presidente violaron las determinaciones de no invitar a sus familiares a la casa. Cuando uno ve que ellos no lo cumplen, por qué lo voy a cumplir yo, y menos ahora. Volver atrás va a ser muy difícil y convencer a la gente de nuevo que hay un peligro tremendo será muy difícil. Hay muertos en Israel por la pandemia pero no son de las dimensiones con las que nos habían asustado. Se crea la sensación de que el causal de miedo es un tipo de política.
-AJN: ¿Qué análisis hace de la pandemia?
-AM: No me animaría a sacar conclusiones porque serían erróneas y prematuras. Tenemos para rato, va a pasar mucho tiempo para entender las consecuencias y va servir para producir muchas investigaciones de todas las ciencias. Como toda crisis puede llegar a ser una oportunidad que la veía un poco más clara al principio, ahora un poco menos. Por ejemplo hacer crecer el sentimiento de solidaridad que al principio iba más fuerte cuando la gente quería ayudar a los más necesitados y de a poco la gente va volviendo a la normalidad que es un poco ignorar al prójimo, seguir con tu vida y olvidar al otro. La solidaridad que pensé al principio que iba a crecer me parece que estoy un poco pesimista.
-AJN: ¿Se puede comparar los efectos de esta epidemia con los de un conflicto bélico?
-AM: Cuando empieza un conflicto todo el mundo se empieza a juntar, se le manda cosas a los soldados, nadie protesta, ven la necesidad y se identifican, hay una razón para involucrarse. Pero siempre llega un momento en que algo se empieza a quebrar y empiezan las crisis, las polarizaciones. En ese sentido es similar. Creo que hasta la retórica de la gente que dirige esto es similar a los momentos de la guerra, los términos que usan son de una guerra. «Estamos en una guerra», «el virus es nuestro enemigo», cosas de ese tipo. Se apela a los miedos para que la gente sea obediente. De a poco la gente se da cuenta que es preocupante, que hay familias en duelo, que pierden gente querida. No es algo que vaya a ser el fin del mundo.
-AJN: ¿Puede afectar más a los chicos esta pandemia?
-AM: Depende de la edad y del ambiente familiar. Si el chico tiene más ansiedad va a pasarlo con más ansiedad. Depende un poco de la angustia de los padres. Los chicos que tienen más miedo porque incorporan los miedos de los padres, se ven muy influenciados, dependen no solo de su seguridad física sino también de la seguridad emocional.
-AJN: ¿Prevén una mayor demanda de psicólogos?
-AM: Ya lo estamos viendo. Estamos entrando en el verano y no recuerdo un mes de julio con tanta gente buscando terapia y apoyo. Cuento un dato anecdótico, este es un mes que termina el año lectivo, se empiezan a preparar las vacaciones, se está con el estrés de los exámenes de fin de año, pero este mes comparado con años anteriores hay mucha más demanda y creo que tiene que ver con la salida del encierro. Hay muchos efectos regresivos a raíz de la pandemia con jóvenes que tuvieron que volver con sus padres y no es fácil.
-AJN: ¿Qué recomienda para no sentir tanta angustia o depresión?
-AM: Tratar de mantener las relaciones, amistades y contactos familiares tan activos como sea posible. Aunque no sea personalmente con mensaje con video, con charlas, participar en actividades, leer, no dejarse ni caer en la soledad, ni la angustia, es un período muy difícil. Hay un foco que objetivamente produce preocupación pero no es razón para aislarse más allá de lo físico. Hoy en día hay muchas posibilidades de mantener los contactos y eso es fundamental para la salud mental.