Itongadol.- Recientes excavaciones en el barrio de Armon Hanatziv de Jerusalem están sacando a la luz uno de los principales abastecedores de agua de la antigua ciudad: el acueducto de bajo nivel, de 2.000 años de antigüedad, que llevaba el agua al Monte del Templo desde los estanques de Salomón, cerca de Belén, a 21 kilómetros de distancia.
Utilizado hasta el Mandato Británico, cuando fue desechado por la nueva tecnología de bombas eléctricas, el segmento recién descubierto de la línea de agua de la época asmonea -actualmente de unos 40 metros- será conservado e integrado en un parque de barrio en cooperación con el Ayuntamiento de Jerusalem y la Moriah Jerusalem Development Corporation.
«Se trata de un verdadero monumento histórico de la ciudad», declaró el domingo, día de Jerusalem, el arqueólogo de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) Yaakov Billig, experto en acueductos antiguos, a The Times of Israel.
Fue utilizado y mantenido (o no) por una sucesión de gobernantes, dijo Billig, incluidos los de las tres principales religiones monoteístas, hasta el final del Imperio Otomano, cuando comenzó a agrietarse y deteriorarse cada vez más.
Dado que estuvo en uso hasta hace relativamente poco tiempo, los investigadores modernos conocen desde hace tiempo la ubicación del acueducto, que aparece en los mapas de la Jerusalem de la época otomana. En las excavaciones dirigidas por Alexander Wiegmann, del IAA, se retiró toda la tierra erosionada y el relleno de la nueva sección, que pronto estará preparada para que los turistas la visiten.
Sin embargo, Billig afirma que las nuevas excavaciones no se llevan a cabo por mera nostalgia. Más bien, los investigadores siguen asombrados e incluso algo desconcertados por la precisión de la tecnología construida en la antigüedad sin la ayuda del GPS o de los métodos de cálculo modernos.
El acueducto de bajo nivel data de alrededor del año 100 a.C., explicó Billig, y se utilizaba para las necesidades públicas, concretamente en el Monte del Templo. Estaba en los límites de la tecnología contemporánea, dijo.
«Comparado con lo que había antes, fue una revolución», aseguró Billig. Antes, los habitantes de Jerusaem «tenían que ir hasta el manantial y cargarlo de vuelta a casa», o gestionar el agua captada por cisternas bajo su casa que se llenaban con agua de lluvia que no se reponía hasta la siguiente temporada de lluvias.
Sin embargo, con la llegada de la bomba eléctrica, «al igual que muchas cosas antiguas, se descuidó». Billig dijo que, a lo largo de la historia del acueducto, éste requirió mucho mantenimiento.
«Cuando las autoridades eran lo suficientemente fuertes y tenían el presupuesto y el interés para hacerlo, [el agua] marcaba la diferencia; era un impulso extra de suministro de agua para la ciudad». Cuando las autoridades locales no dominaban, los pastores que pasaban hacían agujeros en la tubería para dar de beber a sus rebaños, por ejemplo, y los periódicos del siglo XIX estaban plagados de informes sobre cortes de agua y reparaciones de las tuberías.
«Hace unos 100 años, un nuevo invento moderno llamado electricidad permitió bombear el agua colina arriba», expresó Billig, con lo que las autoridades locales «no se preocuparon por el acueducto» y éste quedó cubierto de escombros y tierra erosionada.
«Cada nueva solución es revolucionaria y da más agua, mejor agua, y ahora se puede descuidar lo antiguo», destacó Billig, señalando la nueva tecnología de desalinización. «Hoy no hay amenaza de escasez de agua, algo que era un riesgo hace unos años».