Itongadol/AJN (por Martín Klajnberg).- El reconocido rabino argentino Mario Rojzman afirmó que la sociedad estadounidense quedó dividida por la “grieta” que generaron los candidatos presidenciales Donald Trump y Joe Biden y confirmó que Estados Unidos vive “la elección más polarizada en la historia”
En una entrevista exclusiva con la Agencia de Noticias AJN, el religioso comentó: “Si un judío dice que vota a Trump porque nunca Israel tuvo un mejor aliado, tiene razón, y si uno dice que vota a Biden porque cree que representa los valores judíos en una forma correcta, también tiene razón”.
Rojzman sostuvo: “No creo ni que Trump sea Mussolini ni que Biden sea Maduro”.
A continuación los tramos más destacados de la entrevista con el rabino Rojzman:
-AJN:¿Cómo describiría el panorama previo que se vivió a esta elección?
-MR: No estoy diciendo nada nuevo si digo que es la elección más polarizada en la historia de los Estados Unidos modernos, si es que no en toda su historia. Como llama la atención en Argentina la grieta, acá también hay una grieta. Hay familias que han dejado de hablar de algunos temas, hay amigos que se han separado literalmente, y hasta tengo congregantes que decidieron no hablar del tema porque hay fanáticos de los dos lados. Esto tiene que ver con las características de los candidatos y con las agendas que presentan. Así como el coronavirus es una situación nueva, este modelo de hacer política americano es totalmente nuevo.
Un rabino ortodoxo sacó una “kzat halajá (ley judía)” diciendo que de acuerdo a la ley judía se puede votar por Trump porque hizo tales cosas, y después alguien le pregunta si se puede votar a Biden, que según dicen va a llevar plata a los palestinos… se crea toda una discusión en torno a qué es lo judaico. Eso es novedad en todo esto, porque ha llevado todo a los extremos más grandes.
-AJN: Dentro de la comunidad judía, ¿se replica esta polarización política o hay más tendencia hacia uno de los candidatos?
-MR: Te voy a contestar con algo que es también nuevo. Si Trump fuera candidato en Israel, gana caminando, arrasando con los números, porque el israelí cree que Trump es el mejor candidato que Israel puede tener. Ahora, también judíos muy leales y fieles a Israel y al judaísmo no lo apoyan, las encuestas ya dijeron que el 70% de los judíos estadounidenses van a votar a Biden, y no porque no les importe Israel. Por primera vez, se hace tan evidente las dos agendas tan distintas. Entonces, desde lo comunitario, eso es también una novedad. Lo que de pronto parece ser tan importante para Israel, a gente a la que le importa Israel no le parece así, visto desde acá.
-AJN. ¿Cuánto influyó el antisemitismo de este último tiempo en la política de los Estados Unidos?
-MR: Así como algunos sostienen que Trump fue el mejor presidente que pudo haber tenido Israel como aliado, otros van a contestar que en las alianzas de Trump aparecen grupos fascistas, racistas y antisemitas. Esas cosas vienen en combo, son así. Negar que las relaciones con Israel fueron importantísimas en la agenda de Trump sería tapar el sol con la mano, es innegable. Al mismo tiempo, hay que decir que dentro del campo de los seguidores “trumpistas” hay un grupo minoritario que antes era marginal y que ahora empieza a tener voz de extremistas, y al que se puede relacionar con un hecho como el atentado a la sinagoga en Pittsburg que es un paralelo al atentado a la AMIA, nunca antes pasó una cosa así. Esa paradoja de las políticas hacen que genuinamente el presidente sea un aliado de Israel, y un aliado de ciertos grupos como esos.
Yo creo que el judío que vota por un candidato no vota por un solo tema, sino por varios. Entonces, algún judío “trumpista” te dice que lo vota por Israel pero a lo mejor lo vota porque le gusta la plataforma económica, y otro te puede decir que vota a Biden porque le parece que los demócratas tienen sensibilidad social pero a la vez porque sabe que la bolsa nunca tuvo valores tan altos como con los demócratas. No hay una única forma de votar para los judíos. Si un judío dice que vota a Trump porque nunca Israel tuvo un mejor aliado, tiene razón, y si uno dice que vota a Biden porque cree que representa los valores judíos en una forma correcta, también tiene razón. Y ahí va a tener que elegir.
-AJN: ¿Cuánto influyeron, si es que influyeron, los acuerdos de paz del último tiempo, con el sello de Trump, en los votos?
-MR: Para nada quiero ser un ingrato y minimizar los acuerdos, que son importantísimos, pero ningún israelí murió por un arma de Bahrein, ni de los Emiratos, ni de Sudán. Todavía lo importante está por venir, y probablemente venga, en un Medio Oriente que está cambiando. No creo que haya traído más votos, porque sólo confirmó una política hacia Medio Oriente del presidente Trump que ha sido coherente.
-AJN: ¿Ve escenarios posibles, tanto con la victoria de uno como del otro? ¿Pueden implicar cambios significativos para la comunidad judía norteamericana?
-MR: No, porque no creo ni que Trump sea Mussolini ni que Biden sea Maduro. Estados Unidos tiene una trayectoria democrática muy fuerte. Sí va a cambiar con uno como con otro lo que son los tratados, acuerdos, alianzas, eso sí va a pasar, pero no espero ninguna consecuencia dramática para la comunidad. Según quien suba van a haber cosas esenciales para unos y otros que van cambiar, pero para la comunidad no va a ser nada terrible. La gente sabe cómo es cada uno, qué tiene para ofrecer cada uno y cuál es su trayectoria. Fueron cuatro años de ver a uno, y han tenido 47 años para ver al otro partido.
Lo que sí es verdad es que hay gente antisemita y antisionista en los dos partidos. Lo que todavía está por verse es qué lugar, en un hipotético segundo mandato de Trump, tendría la recalcitrante derecha, y qué lugar va a tener en un mandato de Biden la feroz izquierda antisionista.
-AJN: ¿Cómo impactó el coronavirus en la comunidad?
-MR: Cuando uno habla de coronavirus habla de dos cosas. La más importante es la muerte y enfermedad de personas, y en ese sentido desproporcionadamente han fallecido judíos ortodoxos por no obedecer a lo que las autoridades decían. Si alguien creyó que D’s lo iba a salvar del COVID-19, tuvo un problema teológico, porque vio morir a su rabino, y se cayó su teología y su hipótesis de que estudiar Torá iba a salvarlo. Hemos visto como en Nueva York en dos semanas se han muerto 50 rabinos que, convencidos, decían que no había que cerrar las casas de estudio porque D’s estaba con ellos.
La segunda cuestión en torno al coronavirus es la situación económica, y en ese sentido hubo al principio un salvataje importante. Todas las comunidades de Miami han aplicado un programa en el cual se les pagaba a todos su sueldo por tres meses, el gobierno ayudaba al funcionamiento total de la organización durante ese período. Eso nos ayudó a todos, y permitió que tanto el maestro como el jazán, el rabino y el de maestranza sigan con sus contratos. Eso es algo que la gente recuerda y valora. Está por verse cuánto espacio hay para una segunda ola, que ya está comenzando.
En lo que tiene que ver con las vidas, la comunidad judía ortodoxa fue de las más lastimadas por la enfermedad, dependiendo de la racionalidad de los líderes: donde hubo un rabino ortodoxo racional, que hay muchos, se ayudó a salvar la vida. Donde hubo rabinos que decían que estudiar una página del Talmud iba a proteger a sus seguidores del virus, hubo irresponsabilidad.
Ahora hay un plan de salvataje más para las comunidades, que es un profundo orgullo para el pueblo judío, de una organización de judíos multimillonarios que se juntaron para otorgar un préstamo a cinco años sin interés para poder mantener la vida de las organizaciones, siempre y cuando demostrasen a qué se iba a destinar el dinero. El pueblo judío tiene ese gen de la solidaridad, que empieza de judíos hacia judíos, pero que continúa hacia los no judíos también. Los hospitales de la ciudad siguen funcionando gracias a donantes judíos, y no son hospitales que atiendan exclusivamente judíos. El americano judío en general tiene la gimnasia del dar, el músculo de la solidaridad lo tiene bien desarrollado. El pueblo americano es un pueblo extremadamente generoso.