1,1K
Por tres décadas, Winchell capturó diariamente la atención de una audiencia de cientos de millones y no tenía problemas en usar un lenguaje matón y arruinar vidas y carreras.
Entre sus informantes había taxistas y porteros, pero también policías y un funcionario del FBI.
Winchell murió de cáncer el 20 de febrero de 1972 en Los Ángeles. Su funeral, al día siguiente, fue presenciado sólo por su hija Walda y un rabino, a pedido de ella.