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DAIA | Tender puentes

Por Iton Gadol
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Por Víctor Garelik*

La historia del pueblo judío se vio ensombrecida, en repetidas ocasiones, por las consecuencias del odio y la persecución.

La catástrofe del nazismo, llevó hasta las últimas consecuencias las “capacidades” del hombre contra el hombre en la construcción de un plan sistemático de exterminio que encontró como aliados al fanatismo y a la indiferencia. El racismo fue su inspiración y todo el aparato del Estado se convirtió en una máquina infernal para cumplir con el proyecto genocida.

Estos procesos no ocurren de la noche a la mañana, son el resultado de múltiples y pequeñas decisiones que se vuelven cotidianas y casi imperceptibles. Lo importante es desactivar esos dispositivos a tiempo para no llegar hasta las últimas consecuencias.

La memoria dolorosa de lo vivido nos ilumina el camino para sensibilizar la mirada y actualizar los debates que urgen en el presente. ¿Quiénes son los invisibles de hoy? ¿A qué nos habremos acostumbrado?

La lucha contra toda forma de discriminación, el respeto por las garantías constitucionales y por el derecho a una vida digna para todos los habitantes del suelo argentino, constituyen objetivos fundamentales para la convivencia pacífica.

Lamentablemente, el prejuicio, manifestación explícita de los estigmas, las reiteraciones vacías y la manipulación de los sentidos, se adueña de “verdades” aparentes y falacias escandalosas.

El bombardeo de rumores e informaciones prejuiciosas, falsean nuestros sentidos perdiendo la capacidad de sensibilizarnos con el que sufre.

Como resultado, determinados grupos de personas encuentran en su vida cotidiana obstáculos para ejercer libremente sus derechos con restricción de oportunidades y se constituyen en lo chivos expiatorios de los problemas estructurales que atraviesan las sociedades.

El concepto de la diversidad, cosmovisión que encuentra en la variedad y en lo heterogéneo de la composición de las sociedades, se constituye en un valor a proteger y promover.

Potenciemos nuestra empatía y seamos un vehículo de transmisión, ofreciendo herramientas pedagógicas que contribuyan a la prevención de la violencia que genera el prejuicio y el desconocimiento del “otro”.

El rol de las ONG´S como la DAIA debe orientarse a potenciar las buenas prácticas de la coexistencia y a señalar sus fallas complementando las obligaciones del Estado.

Negarnos la posibilidad de la inclusión genera el desmembramiento de las propias identidades. Nos empobrece como seres humanos y nos apaga la empatía, crucial para la energía vital.

Nuestro desafío: iluminar, observar, registrar, diagnosticar, analizar y, formar, desafiando lo establecido para tender puentes.

*Director Ejecutivo de la DAIA

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