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En Buenos Aires es una bengala, en Sderot es un misil.

ERETZ CROMAÑON
En Buenos Aires es una bengala, en Sderot es un misil.

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Por Daniel Nainstein .-«Una nación que no respeta ni honra la vida de sus ciudadanos y los sacrifica, no es digna de ser llamada nación, y yo no quiero vivir en ella» Eli Moyal (alcalde de Sderot) a) Buenos Aires, Argentina, 30 de diciembre del 2004, barrio de Once, lugar: Republica de Cromañon, jóvenes viviendo una autentica fiesta al ritmo de Callejeros. Repentinamente la fiesta se transforma en tragedia y las estadísticas de muerte comienzan a engrosarse truncando repentinamente y sin ningún motivo, esperanzas, sueños e ilusiones no solamente de ellos sino de todos sus amigos, familia, etc. b) Sderot, Israel, 15 de enero del 2005. Una típica tarde apacible de sábado. De pronto uno de los famosos tristemente celebres Kasamim, cae sobre un sector urbano de la ciudad, alcanzando de lleno a una niña de apenas de 15 años, dejándola muy malherida y también truncándole sueños e ilusiones comunes a todo adolescente. Hasta aquí el relato de dos hechos producidos en dos lugares muy distantes, sin aparente relación entre ellos pero con un delgado pero perceptible hilo conductor. En Buenos Aires es una bengala, en Sderot es un misil. Ellos dos simplemente representan el instrumento con el cual fue causado el dolor, pero cada uno de estos hechos esconde detrás de si algo esencialmente profundo como es la falta de respeto de un Estado a la vida de sus ciudadanos. Se acuerdan de la tragedia del supermercado en Asunción, Paraguay? la misma historia. Vivimos en un Estado de Derecho, y en ese Estado tenemos un gobierno que nos representa y que esta obligado a velar por todos sus habitantes, pero. . . . el gobierno esta compuesto por «políticos», una aparente nueva casta social que como tal tiene sus propias necesidades y que por lo visto van a contramano de las nuestras. Ellos siempre están enfrascados en sus luchas de poder, en sus internas permanentes, en la obtención de cargos porque si (ej. de ello la cantidad de «ministros sin cartera», que soportamos) y esta permanente lucha por el poder hace que los problemas de la gente común no posean significación alguna. Esta desidia hace que en Buenos Aires, no se controle como es debido un lugar de acceso multitudinario, o lo que es peor las leyes del mercado y de la maximización de los beneficios hagan que no se invierta en lo mas elemental como la seguridad de los concurrentes a ese sitio, total, que puede pasar? Pero pasa, y así encontramos luego salidas de emergencia bloqueadas, baños improvisados en guarderías, carencia de servicios de emergencia, y mas y mas y mas. . . . . . Esta desidia hace que en Sderot (total, es una ciudad de la periferia), no se le pueda brindar seguridad a sus habitantes, por razones vaya a saber cuales. Total que importancia tiene una criatura de 15 años?, tanto lío por un herido. En Buenos Aires, el presidente de vacaciones, festejando el fin de año por supuesto en un silencio absoluto. En Sderot nadie de los máximos dirigentes del Estado haciéndose presentes. Claro, me olvidaba que a los políticos les gusta que los aplaudan y no son capaces de plantarse ante quien pide y exige respuestas, porque es su derecho (el derecho a la vida. Se acuerdan de la Ley Fundamental? ). La desidia de la cual hablábamos hace que la educación no sea prioritaria, que los enfermos no tengan camas en los hospitales y estén en los pasillos a la vista de todos vulnerando algo tan esencial como su privacidad, que se reduzcan las pensiones a la vejez, en fin, que todo se tome con un sentido estrictamente fiscalista, y lo que no da ganancia no sirve y tiene que desaparecer. Este Estado de Israel, que nos cobija, nació bajo la creencia absoluta en los valores de solidaridad social, respeto al semejante y honor a la vida; pareciera ser que hoy estos valores están siendo peligrosamente dejados de lado provocando así un profundo deterioro social, en el cual se entra rápidamente y no tan fácil se sale. Es así como advertimos peligrosos puntos de contacto entre dos remotas regiones ubicadas en distintos hemisferios, en los cuales en uno de ellos (Argentina), la implementación de una política económica deshumanizada convirtió a esa nación en un «sálvese quien pueda». La falta de respeto, entre otras causas, fue uno de los factores decisivos para elegir emigrar a Israel y duele mucho ver como esa falta de respeto ya vivida vuelve a repetirse ante la mirada impasible de los factores de poder, tratando de explicar lo inexplicable a través de estadísticas sin advertir que detrás de cada cifra hay un ser humano. Es mi deseo vivir en ERETZ ISRAEL y no en ERETZ CROMAÑON. Es mi deseo que podamos decirle al alcalde de Sderot que se equivoca, que esta nación merece ser vivida.
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