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Testimonio de Miguel Katz, papá de Pablo fallecido en el incendio

La tragedia de Once.
Testimonio de Miguel Katz, papá de Pablo fallecido en el incendio

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Llega una época en la que nuestros hijos se independizan. Ya no tenemos que buscarlos a la salida de la escuela o de las fiestas de cumpleaños. Pasan del asiento trasero al volante de sus propias vidas. Si bien siguen viviendo con nosotros, salen y muchas veces ni siquiera te dicen donde van o a que hora volverán. Sin embargo, dormimos tranquilos. Los sabemos responsables, porque así los hemos educado.
Una noche suena el teléfono y te avisan de un incendio en una discoteca. Tu hijo estaba allí. Quedate tranquilo, salió vivo, sin golpes ni quemaduras pero como estaba descompuesto por el humo lo subieron a un ómnibus para llevarlo al hospital.
El corazón inicia una carrera loca pugnando por escapar de tu boca. Apretás los dientes como para que no salga. Viajás a mil por hora, maldiciendo por qué no se te ocurrió mudarte a una cuadra del hospital. LLegás y pasás a integrar la marea humana que busca a sus familiares. Poco a poco van dando listas de nombres de los heridos. Tu hijo no está en ellas. Tratás de serenarte, «Salio vivo, sin quemaduras ni golpes» el mensaje repiquetea en tu cabeza. Tenés ganas de gritar ¿¡Dónde está!? Pasa una hora y te avisan que el SAME tiene la lista de los internados en los hospitales. Llamás al 107. Nada, no hay ninguna lista. Allí te derivan a Defensa Civil. Llamás al 103. No hay ninguna lista. Te dan un número telefónico para «búsqueda de personas», pero ese teléfono da continuamente ocupado. Te dicen que en la calle Junín 521 están dando la lista de los heridos y los hospitales. Llegás y en el medio de la calle rodeado por centenares de personas un empleado municipal lee, usando un altavoz, un listado de heridos y los hospitales en que se encuentran. Tu hijo no está en esa lista. Te consuelan: «A medida que se identifican, la lista se actualiza». Preguntás si esa lista es accesible por Internet. Negativo. ¿Y por teléfono?, tampoco. Hay que hacer una cola larguísima, dar los datos y esperar alguna novedad. Comenzás a desesperarte. Cada diez minutos llamás a tu casa. No hay novedades. Comenzás a recorrer los hospitales donde hay heridos. En cada uno de ellos entrás a ver los cadáveres de jóvenes asfixiados, quemados, cuerpos ensangrentados por los golpes recibidos. Vas a la Morgue Judicial porque van a exhibir fotos de los cuerpos no identificados. Tampoco está. Cuando llevás casi quince horas de búsqueda infructuosa y te faltan muy pocos hospitales por recorrer, un familiar te avisa que reconoció el cadáver en el Cementerio de la Chacarita.
La familia inunda el ambiente con sus lágrimas. A pesar del dolor tratás de armar un rompecabezas, pero te faltan piezas. Hablás con los compañeros que fueron con él. El incendio comenzó a las 22.50. Tu hijo salio vivo. Se sentía descompuesto por la inhalación de los gases de combustión. A las 23.30 lo subieron a un ómnibus de la línea 68 porque no había ambulancias. ¡NO HABÍA AMBULANCIAS! El incendio se produjo en pleno centro de la ciudad. En un radio de cuatro kilómetros debe haber no menos de 50 hospitales y sanatorios. Una ambulancia no puede demorar más de diez minutos en llegar al lugar del siniestro. El hospital está a sólo ocho cuadras. ¿Qué pasó? ¿Dónde y cómo murió tu hijo? Sabés que en la inhalación de gases tóxicos los primeros 15 – 20 minutos son críticos ¿Recibió oxígeno, auxilio médico? No hay respuestas. Corrijo, una respuesta te dan. Cuando en la Morgue Judicial te dan el certificado de la autopsia te enterás que tu hijo falleció asfixiado por inhalación de monóxido de carbono MEDIA HORA ANTES DE QUE EL INCENDIO COMENZARA.
¿Los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA no les enseñaron a las autoridades que debe haber un plan para atender emergencias en catástrofes de esta magnitud? Que debe haber personal entrenado y material disponible en previsión de estos hechos. Que deben hacerse simulacros periódicos para un entrenamiento óptimo. ¿Cuántas desgracias más tendrán que ocurrir hasta que se tome conciencia de la necesidad de prevención?
Nadie le devolverá la vida a mi hijo Pablo Katz. Falleció a causa de múltiples irresponsabilidades y a la falta de prevención. Más allá del reclamo de justicia, debemos hacer esfuerzos mancomunados para que esta trágica experiencia no se vuelva a repetir.

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