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Israel y «el día después», en caso de producirse la muerte de Arafat

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(EFE).- Las Fuerzas Armadas de Israel siguen de cerca hoy, jueves, la situación suscitada por el agravamiento en el estado de salud del presidente palestino, Yaser Arafat, pero no adoptaron medidas especiales, según fuentes militares.
Las fuentes castrenses, no obstante, dijeron a la prensa local que las Fuerzas Armadas cuentan con programas ya trazados para «el día después», en caso de producirse la muerte del histórico líder, sobre todo si se produjeran tumultos y manifestaciones de violencia.
El primer ministro israelí, Ariel Sharón, ordenó personalmente facilitar el trámite si Arafat deseara ser ingresado en el hospital de Ramala o en centros médicos del exterior, informó esta mañana el ministro de Asuntos Exteriores, Silvan Shalom.
Shalom dijo a los periodistas que «si surge un nuevo liderato moderado entre los palestinos», el Gobierno de Sharón se avendría a negociar, a lo que se ha negado sistemáticamente el primer ministro israelí por considerar al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) «irrelevante» y «rey de los terroristas».
«Claro que antes -precisó- los nuevos dirigentes tendrían que poner fin a la violencia y desarmar a los terroristas, como dice la Hoja de ruta», el plan de paz del Cuarteto de Madrid (2003).
Según fuentes palestinas de Ramala, desmentidas por portavoces de la ANP, Arafat sería sucedido por un triunvirato formado por miembros del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), el principal organismo del Movimiento Nacional.
Dos de ellos son el ex primer ministro Mahmud Abas (Abu Mazen) y su sucesor, Ahmed Qurea (Abu Alá), que han protagonizado serios enfrentamientos por sus atribuciones con el presidente Arafat, y con los cuales, dada su moderación, se avendría a negociar Sharón.
En los organismos israelíes de seguridad no se descartaba la posibilidad de que si Arafat desaparece de la escena política por muerte o por enfermedad, los palestinos queden a merced de luchas internas por el poder y finalmente se hicieran con él los integristas musulmanes, de gran predicamento entre la población.
A diferencia de Arafat, que reconoció al Estado de Israel en 1987 y refrendó los acuerdos de Oslo (1993) con el asesinado primer ministro israelí Isaac Rabin, el Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamás) y la Yihad Islámica consideran «ilegítimo» al Estado judío, fundado en 1948 en «tierras sagradas del Islam».
Sharón también autorizó a su ministro de Defensa, Shaúl Mofaz, el ingreso a Cisjordania, cuyas fronteras controla el Ejército israelí, del médico de Arafat, Ashraf al-Kurdi, de Jordania, quien se sumará a otros profesionales de Egipto y Túnez en la atención a «Abu Amar».
En las calles de Ramala reina la preocupación por la suerte del septuagenario líder, símbolo del nacionalismo palestino, pero de momento la calma es absoluta y el Ejército israelí, que rodea la ciudad desde extramuros, se mantiene en sus posiciones.
La Mukata, sede del Gobierno del distrito cisjordano de Ramala, donde se halla confinado Arafat desde 2001, estaba envuelta esta mañana por el misterio, alimentado por versiones totalmente contradictorias acerca de su salud, según los periodistas israelíes.
Allegados del presidente de la ANP insistían en que la situación de Arafat «es estable» y que esta mañana rezó al comenzar una nueva jornada del mes santo de Ramadán.
Otras fuentes palestinas no oficiales indicaban que su estado ha empeorado y que perdió la consciencia en distintas ocasiones, pero de momento nadie sabe a ciencia cierta qué enfermedad padece.
A principios de esta semana se hablaba de «un fuerte resfriado» y en el cúmulo de rumores se mencionaban «un virus», «un cálculo biliar», y ayer, martes, ya se conjeturaba con que se trata de «cáncer de estómago», algo que se apresuraron a desmentir los médicos.
De momento, y pese a asegurar que su situación es estable, la ANP no ha emitido ningún comunicado oficial acerca de su salud ni ha difundido imágenes de Arafat orando, como afirman sus allegados.
Otra incógnita, para la que el Gobierno israelí no tiene aún explicación, es por qué motivo todavía no ha sido ingresado en un hospital si es tan grave su estado, como dicen algunas fuentes de la ANP en condiciones de anonimato.

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