Pero si no lograse ampliar su coalición, se vería obligado a convocar elecciones anticipadas este año, según señalan hoy unánimemente los medios de comunicación israelíes, casi dos años antes de que concluya la legislatura, a finales de 2006.
«Nosotros estamos dispuestos a dar al primer ministro una ‘red de seguridad’ en el Parlamento para todo lo que respecta a su plan de retirada unilateral, pero será una red llena de agujeros, ya que por otra parte tratamos de derrocarlo por todo el resto», declaró Dalia Ytzik, jefa del grupo parlamentario laborista.
Según su oficina, el primer ministro se reunirá separadamente el jueves con Ytzik y otro líder del Partido Laborista, el diputado Benjamin Ben Eliezer.
Esto significa que la ampliación de la coalición no es segura, debido fundamentalmente a las exigencias contradictorias de los «duros» del Likud y a las del partido centrista laico Shinui, un pilar de la coalición actual (15 diputados). Los primeros se oponen a la retirada y a la alianza con los laboristas, mientras que el Shinui se niega a participar en un Gobierno con el partido ortodoxo sefardí Shass (11 diputados).
Mientras, el entorno de Sharon especula con obtener el respaldo del partido ortodoxo Judaísmo Unificado de la Torá (5 diputados), al que el Shinui no rechaza. Asimismo, el ministro de Defensa, Saul Mofaz, se entrevistó con el líder espiritual del Shass, el rabino Ovadia Yossef, para intentar convencerle de que retire su rechazo al plan de retirada de Gaza y está previsto un nuevo encuentro la semana próxima.
Sharon se opone a la celebración de un referéndum nacional sobre su plan de retirada unilateral, como pedían los colonos. En cambio, podría disolver la Knesset y acordar con los laboristas unas elecciones anticipadas, lo que le permitiría mantenerse mientras tanto en un gabinete de transición que paradójicamente sería muy fuerte, ya que no podría ser derrocado y nadie podría abandonarlo.
Fte E.Press