Itongadol/AJN.- “Rezamos por los jueces porque todo oficio tiene sus presiones y no hay que ‘poner a todos en la misma bolsa’ porque los hay muy buenos y justos, y tenemos que orar para que sean la mayoría”, recomendó ayer, lunes, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli (foto), en diálogo con la Agencia Judía de Noticias (AJN) tras la conmemoración interconfesional organizada en la Catedral Metropolitana por la Comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Arquidiócesis de Buenos Aires y la Comunidad de Sant’Egidio por expreso pedido de un grupo de familiares de víctimas del atentado a la AMIA a días de su 20º aniversario, que se cumplirá el viernes.
“En los textos de la misma Biblia se respira un consejo a los jueces, la primera organización para la convivencia humana, un estadio en la historia de Israel que antecede a los reyes, al poder político, y luego permanece como institución” porque ellos “son los que instrumentan y ponen al servicio su ciencia y sabiduría para respetar la ley de D’s entre nosotros, y toda transgresión e injustica la denuncian”, enseñó.
“La Palabra tiene resonancia para todos los que quieren escucharla, y aun un agnóstico puede abrir su corazón a la voz de la sabiduría” porque “para administrar justicia no hace falta ser religioso, sino virtudes humanas: honestidad, ecuanimidad y prudencia”, sentenció el sucesor de Jorge Bergoglio, el hoy papa Francisco.
Por otra parte, para los familiares de las víctimas del atentado a la AMIA “no tenemos otra cosa que el silencio, el abrazo, el consuelo de la fe y decirles que sigan caminando sin perder la esperanza ni bajar los brazos” ante la impunidad, admitió.
Poli destacó la “convivencia” interreligiosa en la Argentina, “interrumpida de vez en cuando por la violencia enfermiza, la histórica de hace veinte años y la actual”, en referencia a los útlimos acontecimientos ocurridos en el Obelisco.
“Pienso que D’s nos escucha, y cada vez que nos proponemos rezar y hacemos nuestra intención de paz tratamos -como dice el profeta Oseas- de darle vuelta el corazón en sus entrañas para que nos la dé porque con nuestro diálogo y recursos humanos no alcanzamos a apaciguar los corazones y las pasiones de los hombres”, explicó.
“Tenemos la experiencia de encuentros de paz que se escribieron con la mano y se borraron con el codo, y por eso necesitamos, por un lado, la voluntad de hacer todo acercamiento y recurso para la paz, pero al mismo tiempo tenemos que levantar los brazos y pedirle a al buen D’s que nos haga perseverantes en todos esos emprendimientos”, finalizó el arzobispo de Buenos Aires.