(EFE).- Ariel Sharón expresó hoy su preocupación en el Consejo de Ministros ante «una gravísima campaña de incitación, que incluye llamamientos a una guerra civil» por parte de militantes radicales de la derecha nacionalista.
Decenas de miles de colonos israelíes, que amenazan con resistir por la fuerza -aún a riesgo de una guerra civil- si fuesen evacuados de sus asentamientos de los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza, se manifestarán hoy por la noche en la Plaza Sión de Jerusalén.
«La responsabilidad por que no estalle una guerra civil y una división en el seno de las Fuerzas Armadas recaerá sobre los hombros de Sharón», afirmó hoy, desde su asentamiento en la franja de Gaza, el diputado Tzví Hendel, del Partido de la Unión Nacional.
Esta última formación formó parte de la coalición del Gobierno hasta junio último, cuando el primer ministro destituyó a dos ministros del Partido e impuso un plan unilateral para evacuar la franja de Gaza y 25 asentamientos de esa zona y de Cisjordania.
La presión de los colonos y de sus aliados en los partidos ultra-nacionalistas, como el de la Unión Nacional y el Partido Nacional Religioso (Mafdal), aumenta a medida que se acercan las fechas límite puestas por Sharón para legislar sobre su plan.
Según dijo recientemente a sus divididos partidarios, en octubre próximo lo llevará, para su aprobación, al Consejo de Ministros, y el 3 de noviembre, al Parlamento (Kneset), para convertirlo en ley.
Según Hendel, Sharón es «un dictador», pues hace caso omiso de la oposición a ese plan que plantea su propio Partido Likud, el más importante del Parlamento (Kneset), que le llamó a convocar a una consulta popular en torno de la evacuación. Esto es visto en el sector pacifista como «un ardid para frenar la evacuación».
«Una guerra civil, que es lo que están esperando muchos de nuestros vecinos (árabe), será el fin del Estado de Israel», pronosticó el diputado pacifista Iosi Sarid, quien destacó que la mayoría de los israelíes, según los últimos sondeos de opinión, está a favor de la «desconexión» de Gaza.
El plan de Sharón, empeñado en «separarse de los palestinos», es visto por la comunidad internacional como una posibilidad para desbloquear el largamente estancado proceso de paz en Oriente Medio, y como «el principio» de una retirada de los territorios ocupados, que los palestinos reclaman para un estado independiente.
El ministro de Defensa, Shaúl Mofaz, ha logrado el apoyo de Sharón para que la evacuación -que los colonos están decididos a resistir, aún por la fuerza con la bendición de sus rabinos- esté a cargo de la Policía Nacional, a lo que se negaban sus autoridades.
«No hay muchas cosas por las cuales estaría dispuesto a morir para impedirlas… No dañaré a otros pero, decididamente, estoy dispuesto a sacrificar mi vida y aun ir a la cárcel con tal de impedir la evacuación», dijo Pinjas Wallerstein, un destacado dirigente de los más de 200.000 colonos judíos de Cisjordania.
La jefa del bloque parlamentario del Partido Laborista, Dalia Itzik, coincidiendo con portavoces de la derecha radical, también aconsejó a Sharón a hacer un referendo y anticipar las elecciones previstas para 2006.
Debido a la férrea oposición en el Likud, Sharón cesó las negociaciones que celebraba con los laboristas para que se incorporen a su Gobierno a fin de respaldar la evacuación.
La «desconexión», en cuya planificación trabajan las autoridades militares, en tanto el Gobierno elabora la legislación pertinente para ponerla en práctica, debe completarse a finales del año próximo, la fecha en que los palestinos quieren proclamar su estado independiente, según el plan de paz del Cuarteto de Madrid.
Sharón ha pasado por alto la oposición dentro del Likud, destacan su antiguos aliados, y ahora indignados detractores para tildarlo de «tirano», aludiendo al fracaso que encajó en mayo último en una consulta que llevó a cabo entre los 200.000 afiliados de este bloque, y hace menos de dos meses entre los 3.000 representantes del Comité Central, durante una tormentosa convención nacional.
La respuesta del septuagenario general israelí a sus opositores en el Likud, al anunciar hace dos semanas las fechas para concretar su proyecto, fue: «El plan se llevará a cabo, y punto».
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