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Itongadol.- En la página 137 del libro aniversario por los 70 años de la fundación Amigos Argentinos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, recientemente distribuido, hay una foto perdida que muestra a un muy joven Héctor Timerman, con expresión relajada, junto a Lea Rabin, esposa del asesinado ex primer ministro israelí Isaac Rabin. El lujoso ejemplar está ilustrado por decenas de fotografías de ejecutivos, intelectuales y donantes de la colectividad judía, entre ellos las millonarias empresarias Anabel y Lili Sielecki, esposa y suegra del hoy canciller.
Seis meses después del acuerdo firmado por Cristina Kirchner y el ahora ex presidente de Irán Mahmud Ahmadinejad, el ministro integrante de una de las familias de la flor y nata del judaismo local ha dejado saber en instituciones de la colectividad y hasta en la propia Cancillería su depresión y arrepentimiento por el rol protagónico que tuvo en la negociación para montar la llamada Comisión de la Verdad. Hasta ahora no conformada, con ella las dos capitales buscan dar una vuelta de página a la causa por el atentado terrorista a la AMIA, de 1994, que mantiene sus relaciones diplomáticas reducidas desde que la justicia federal declaró sospechosos del ataque a un puñado de actuales y ex funcionarios persas.
Según dijeron varias fuentes consultadas, cuando no está de viaje, Timerman opta por refugiarse en el piso 13 de Arenales y Esmeralda sin hablar siquiera con su hombre de prensa o se queda trabajando en la casa.
“No voy a poder entrar a rezar ni a la Basílica Nuestra Señora del Socorro”, se le ha oído decir varias veces a Timerman, en alusión al templo católico más cercano al ministerio de Relaciones Exteriores. El canciller reapareció sobre este fin de semana para acompañar hoy a Cristina en las Naciones Unidas, después de sufrir una baja de defensas que incluso lo dejó disfónico, pudo saber Clarín.
Pero su angustia no se limita a la cuestión AMIA. Ocurre que tiene La Casa “tomada”. Un funcionario lo sintetizó así: una secretaría se la maneja La Cámpora; otra, el supersecretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno; el área política tiene muy escaso poder de acción, y la Secretaría de Culto, directamente la maneja Presidencia, sobre todo ahora que el Papa es argentino, y se busca “aprovechar” este perfil todo lo que se pueda de cara a los comicios de octubre.
Timerman, que no ha podido cultivar amigos dentro del gabinete cristinista, y a quien el peronismo ha dicho por lo bajo que “desprecia” por su foto de joven con el dictador Rafael Videla, ya no aparece ni en los bares ni en las sinagogas que antes gustaba frecuentar.
A su vez, los reproches escuchados en el último acto por el 19 aniversario del atentado contra la AMIA lo dejaron “muy afectado”, y sabe que en cualquier lugar que aparezca puede ser abucheado, dijo una fuente cercana a él. De hecho fue el blanco de las más duras críticas, que comenzaron con un deseo expreso de los familiares de la víctimas del atentado (85 muertos) de que la Presidente estuviera allí y no en Colombia con el presidente Santos. Pero le siguieron abucheos al canciller, quien a sus conocidos reconoció que pensó gozar de un apoyo de la dirigencia judía al acuerdo que finalmente no tuvo.
El 18 de julio pasado en Bogotá junto a Cristina, supo cómo desde la calle Pasteur al 600 le gritaban “Traidor”, y “Fuera Timerman. La familiar Sofía Guterman directamente lo increpó: “Señor canciller: ¿Usted aceptaría acordar con los genocidas del Proceso?” Aunque algunas agrupaciones judías de izquierda se mostraron más acogedoras con el ministro, esta semana hubo un mensaje extraño desde Israel, una de las patrias adoptivas de los Timerman. Las “puertas de Israel están abiertas” para él, pero la “amenaza iraní continúa siendo una de las principales preocupaciones de Jerusalem”, dijo el director para América Latina de la Cancillería israelí, Itzhak Shoham a la AJN, luego de que se hiciera saber allí que el ministro les quería hacer una visita.