Itongadol.- El becerro de oro. Solo nombrarlo y ya imaginamos la escena. Pocos relatos bíblicos son tan conocidos y poco comprendidos. El pueblo de Israel acaba de salir bajo la tiranía egipcia y va en busca de la Ley, antes de continuar camino hacia la Tierra Prometida. Moisés, el gran líder les pide que lo esperen 40 días. Él subirá al monte para traer finalmente una Ley que los lleve a construir un ideal de sociedad que cambie los paradigmas de justicia y equidad.
Una Ley que hable de cuáles son las cosas que en verdad tienen valor.
De una divinidad que ha creado un lugar para la humanidad, a la espera de que le hagan un lugar en ese mundo.
Hasta que llega el gran pecado: la falta de paciencia. Querer tenerlo todo, e ir por todo, ya.
Querer forzar la llegada de una Ley que todos pensaban ya de otro tiempo.
Tenían en sus manos oro, mucho oro. Símbolo de valor y poder.
Y tenían 2 caminos: usar ese poder para volver hacia atrás, para traer los fantasmas del pasado y así honrar y pactar con el dios y la Ley del dictador; o bien tener la paciencia, la seguridad y la fe, en que la Ley y la Justicia llegarían. Y entonces construir con ese oro, con ese poder, un lugar sagrado para esa Ley y esa Justicia. La que los llevaría a la Tierra que podría ser promesa solo si sabían que camino seguir.
Estas han sido semanas difíciles para nuestra Comunidad, para nuestra Argentina, para esta tierra que aún con fe deseamos sea la promesa que abrazaron nuestros abuelos al llegar desde tantas otras tierras. Nuestros abuelos, que se hicieron “argentinos argentinos”, como lo somos nosotros, que seguiremos labrando esta tierra con la espera y la esperanza de una Ley que la transforme en la promesa que siempre fue.
“Argentinos argentinos”, como las almas que fueron arrancadas de un bombazo asesino, y que en su nombre y su memoria incansablemente seguiremos esperando esa Justicia.
Los representantes de la Nación tienen en sus manos el poder de pactar con la Ley de la tiranía teocrática de Irán, o de sabiamente seguir construyendo con fe, con paciencia, y con el respeto de nuestra Constitución el modelo de país que soñaron los fundadores de nuestro país: nuestros abuelos judíos, italianos, islámicos, españoles, cristianos, “argentinos argentinos”.
En este Pesaj que estamos por celebrar, recordamos que ante cada plaga, el Faraón quizo pactar con los líderes del pueblo que borraran la plaga, a cambio de algunas migajas, para permanecer atados a su ley en su país. Hace más de 3000 años que nos reunimos alrededor de la mesa para enseñarles a nuestros hijos que con dictadores no pactamos. A los dictadores se los enfrenta. Y que perseguimos, siempre perseguimos, lleve el tiempo que lleve, la Justicia y la Ley. Solo así podremos hacer de esta tierra, una Tierra de Promesa.
Shabat Shalom. Que el Tiempo sagrado nos traiga Paz.
Rab Ale Avruj