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Yeshurun Torá: Echando Raíces

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 El compromiso de la escuela Yeshurun Torá es intentar aflorar el potencial de cada uno de los alumnos.

Sabemos que cada “gota y gota”, es decir, cada gesto, cada palabra, cada enseñanza, indefectiblemente deja huellas. Éstas serán las que fortalecerán las raíces y permitirán el crecimiento y la formación de su persona.
Recibimos a nuestros alumnos al año de vida. Desde ese mismo momento comenzamos a transmitirles el amor a Hashem a través de las Berajot, las Tefilot y el cumplimiento de las Mitzvot. Día a día nos esforzamos para que entiendan la importancia de mejorar nuestras Midot (cualidades). Si bien los resultados no se ven de inmediato, entendemos que al transitar estos 5 años de Jardín de Infantes, se encuentran íntegros y con sus raíces fortalecidas, para así afrontar los nuevos desafíos que estarán por venir.
Cada jornada comienza con las suaves voces de los niños recitando la Tefilá con amor. Las salas más chiquitas del Jardín, con sus pocas palabras, con sus gestos, mímicas y miradas, hacen que este momento sea especial.
Recorriendo las salas nos detenemos a observar cómo el cumplimento de las Mitzvot es lo que los tiene atareados. “Mitzva goreret Mitzvá”: es increíble ver cómo se van uniendo los eslabones de las Mitzvot a partir del cumplimiento de una de ellas…una Mitzvá trae otra Mitzvá…
“Veaiu eneja root et moreja”…Rabí Ovadia Iosef, Jafetz Jaim, Ben Ish Jai, Rashí… éstos son algunos de los Rabanim que empiezan a conocer los alumnos del gan. A partir de sus biografías, sus legados, sus anécdotas como niños, y sus Midot distintivas, los chicos encuentran ahí un modelo a imitar, para continuar formándose como personas de bien.
…Con cada Tefilá, cada palabra de Torá, cada Mitzvá, con cada Midá a trabajar, con cada Shabat y Jag vivenciado…vamos regando “gota a gota” a cada uno de nuestros alumnos.
Es nuestro sincero deseo que Hashem nos ilumine y nos de la sabiduría para continuar educando y formando a cada uno de los niños.                                                                                
                  
 
Había una vez un hombre que se sentía desanimado.
Rosh Hashaná se acercaba… y él reviso las resoluciones que hizo el año anterior.
Nada en su vida había cambiado.
Él era la misma persona con los mismos defectos y problemas.
Comenzó a perder la esperanza así que fue a hablar con su rabino…
El rabino le preguntó: 
-¿Sabes cuánto tiempo demora el gigantesco Bambú chino en crecer tan alto como un edificio? Durante el primer año la pequeña planta es regada y fertilizada… y nada ocurre. Es regada y fertilizada por otro año entero…y otro…y otro
Y aún así nada ocurre.
Luego del quinto año, ¡se dispara hacia el cielo!
En seis semanas el Bambú chino crece 30 metros.
Encones, ¿cuánto tiempo se demora en crecer tan alto?
-Seis semanas- respondió el hombre
-Ese es tu error, se demora cinco años… si el granjero hubiese dejado de regar la planta en algún punto dentro de esos cinco años, el Bambú se hubiera muerto.
¿Qué estaba ocurriendo durante esos cinco años?
Bajo el suelo, se estaba desarrollando una enorme red de raíces para sostener el repentino crecimiento del Bambú.
El crecimiento requiere de paciencia y perseverancia.
Cada gota de agua hace la diferencia; asimismo cada paso que das produce un impacto.
Puede que no veas el cambio inmediatamente, pero el crecimiento está ocurriendo.
Con compromiso e impulso puedes alcanzar tus metas. Y con la ayuda de Hashem eventualmente te abrirás camino y alcanzaras grandes alturas.
(Extraído de Aishlatino.com)                                                                   
 
Bettina Dahab – Gabriela Miller – Corina Tawil
Dirección Nivel Inicial
 

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