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En marzo de 2007 agentes del Mossad allanaron el hogar de Ibrahim Othman, jefe de la Comisión de Energía Atómica de Siria, en Viena, debido a preocupaciones israelíes y americanas por el programa nuclear de Siria. La información recuperada por los operativos fue decisiva: Casi tres docenas de fotografías a color tomadas de adentro de un edificio en construcción en el desierto del noreste de Siria indicaban que era un reactor nuclear de platino ultrasecreto.
Según una nota de David Markovsky en el periódico New Yorker, las fotografías mostraban a trabajadores de Corea del Norte en la instalación, y el reactor, desde adentro, “tenía varios elementos de ingeniería como el reactor Yongbyon de ese país”.
En los días posteriores al descubrimiento del sitio sirio, el primer ministro de Israel, Ehud Olmert, “comenzó a mantener encuentros importantes en su residencia oficial, en la calle Balfour”, escribió Makovsky.
En abril, dijo el artículo, se informó a la Casa Blanca sobre el descubrimiento. La administración de Bush sentía que “no había suficiente evidencia para justificar un ataque preventivo al reactor Al Kibar, y entonces los israelíes comenzaron los preparativos para un ataque propio”.
La Fuerza de Defensa de Israel, el Mossad y el Ministerio de Relaciones Exteriores aceptaron un ataque de bajo perfil al reactor. “Poco después de media noche del 5 de septiembre del 2007 cuatro aviones F-15 y cuatro F-16 despegaron de las bases de la FAI. Usando herramientas electrónicas estándares, los israelíes derrumbaron el sistema de defensa aéreo de Siria. Entre las 00.40 y las 00.53 los pilotos indicaron que 17 toneladas de explosivos habían sido lanzados al objetivo”, según el artículo. Israel nunca ha admitido atacar el reactor.