Un tema principal de la reunión será el «plan de desconexión» propuesto por Sharón, que prevé la retirada unilateral de Israel de la franja de Gaza y el desmantelamiento de cuatro asentamientos israelíes aislados de los 120 existentes en Cisjordania.
Medios de prensa israelíes informaron este fin de semana de que Sharón, quien viajará hoy a Washington, ya cuenta con el apoyo de Bush para su plan, el cual sería anunciado tras su reunión del miércoles en la Casa Blanca.
Dada la influencia del electorado judío en Estados Unidos, Bush se verá inclinado a apoyar a Sharón, pues ello le haría ganar puntos de cara a los comicios presidenciales de noviembre.
Hasta ahora, el Gobierno de Washington ha evitado pronunciarse sobre el plan, que según los palestinos creará una nueva frontera de facto que no se ajusta a la línea de armisticio de antes de la Guerra de los Seis Días, de 1967.
Además de Mubarak, Bush recibirá al rey Abdalá II de Jordania el próximo 21 de abril. Ambos son líderes moderados que temen que el plan sea una estrategia de Sharón para reafirmar su dominio del territorio palestino en Cisjordania que no evacuará.
Por ello, presionarán al presidente de EEUU para que les garantice que la medida del primer ministro israelí es el primer paso de un proceso de paz renovado y no un fin en sí mismo.
Su objetivo es resucitar la «Hoja de Ruta», que fue aceptada en junio como el cronograma para la paz por Sharón y el entonces primer ministro palestino, Mahmud Abás (Abú Mazen), pero cuyas recomendaciones no han sido adoptadas por ninguna de las partes.
Al mismo tiempo, Washington quiere que Egipto aumente la vigilancia en su frontera con Gaza para evitar el contrabando de armas al territorio palestino.
Irak será otro tema obligado de las conversaciones, en vista del estallido de violencia allí la semana pasada, el peor desde la caída de Sadam Husein hace un año.
Estados Unidos pretende conseguir el respaldo de los países árabes moderados para apaciguar los ánimos de la población iraquí.
No obstante, la visión de Bush de un Irak democrático que sea un ejemplo para el resto de Oriente Medio -donde sólo Israel es una democracia- no es del agrado de Mubarak.
El presidente egipcio dirige su país desde 1981 de forma autoritaria y durante prácticamente las tres últimas décadas rige el estado de emergencia, que permite las detenciones arbitrarias y por tiempo indefinido sin juicio, según denuncian asociaciones de defensa de los derechos humanos.
Mubarak ha dicho que cualquier intento de imponer la democracia a nivel regional podría permitir a los extremistas acceder al poder.
En su conversación con Bush, Mubarak no quiere quedarse sólo en una discusión sobre el futuro de Oriente Medio, y reiterará también su solicitud a la Casa Blanca de ayuda adicional para compensar las pérdidas sufridas por su país debido a la guerra en Irak.
En 2003, el Congreso de EEUU entregó a Egipto 1.900 millones de dólares, 800 de ellos en ayuda económica y el resto en equipamiento y financiación militar.
El mayor receptor de ayuda estadounidense en el mundo es Israel, que el año pasado se embolsó 2.160 millones de dólares
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