BARRY RUBIN.-Además de constituir el equivalente en España al 11-S, los atentados con bombas en trenes perpetrados el 11 de marzo en Madrid, en los que han muerto 201 personas, pueden suponer un punto de inflexión en el rumbo del terrorismo contemporáneo. Las cuestiones claves son las siguientes:
¿Se trata de un nuevo tipo de intento muy focalizado de cambiar las políticas de los estados occidentales?
¿Existe una relación entre la voluntad del mundo de conceder la victoria a los terroristas libaneses y palestinos y el atractivo de las tácticas terroristas para otros?
¿Contrarrestarán estos elementos la «guerra contra el terror» demostrando el éxito del terrorismo como instrumento político?
La mejor prueba a este respecto puede hallarse en el análisis realizado por Reuven Paz, director del Proyecto para la Investigación de Movimientos Islamistas (Prism) del centro Gloria. Se trata de un trabajo titulado «Qaidat Al Jihad, Iraq, and Madrid: the first tile in the domino effect?» (Qaidat Al Jihad, Iraq y Madrid: ¿la primera pieza del efecto dominó?) y en él Paz se pregunta por qué los radicales islamistas realizarían en España un ataque de tal magnitud en el que tendrían que emplear tantos recursos. Sin duda, no se trata únicamente de la reconquista de unos territorios que estuvieron en manos musulmanas antes del año1492.
La razón parece ser, más bien, el importante papel de España proporcionando apoyo político y militar a las fuerzas de la coalición en Iraq. La «yihad» en Iraq es hoy en día la principal prioridad de los grupos terroristas islamistas. Ya han muerto ocho soldados españoles en ataques terroristas. El pasado mes de diciembre, uno de los grupos pantalla de Al Qaeda publicó un análisis sobre España que incluía un detallado y complejo estudio de la política española y de las elecciones del 14 de marzo, celebradas tan sólo tres días tras los atentados de Madrid.
El objetivo fijado por Al Qaeda, según Paz, consiste en forzar la retirada de España de la coalición en Iraq haciendo que la opinión pública tema, en caso contrario, un alto coste en vidas. Esta estrategia desencadenaría supuestamente un efecto dominó que llevaría a la caída del apoyo a la política estadounidense en Europa y al principio del fin de toda presencia occidental en Iraq.
Según Paz, el documento afirma: «Creemos que el Gobierno español no soportaría más de dos o tres ataques, como máximo, tras los que tendría que retirarse como consecuencia de las presiones populares. Si sus tropas permanecieran en Iraq a pesar de los ataques», el Partido Socialista ganaría las elecciones y ordenaría el regreso de los soldados. La referencia explícita aquí es a ataques dentro del propio Iraq; sin embargo, dado que eso no funcionó –y ante la inminencia de las elecciones–, resultaría verosímil que se intensificara la escalada.
Podría ser, por lo tanto, que los ataques fueran un intento directo de influir sobre los resultados de las elecciones y favorecer así la victoria de un partido que redujera la cooperación de España con Estados Unidos y apoyara la transición a la democracia en Iraq.
En ciertos aspectos éste es el enfoque terrorista clásico. La ciudadanía se convierte en el blanco de los ataques para infundir así el miedo en la opinión pública, de manera que ésta acaba cediendo ante las exigencias de los terroristas. Y de este modo han empleado también la violencia tanto las fuerzas de Arafat como Hamas en un intento de influir en la política israelí y apartar a otros países de Israel. A pesar de que muchas personas creyeron que los ataques del 11-S estaban relacionados con este problema, se trató en realidad de una aplicación de la misma táctica para socavar las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudí.
Existen importantes ramificaciones de este análisis:
El objetivo de los terroristas es conseguir que las víctimas responsabilicen a sus gobiernos, Israel o Estados Unidos, y no a los propios terroristas. Esta estratagema funciona a menudo con algunos sectores de los medios de comunicación, los intelectuales y la opinión pública, pero rara vez desemboca en cambios políticos.
Otros países europeos se enfrentan a los nuevos riesgos del terrorismo muy localizado. Gran Bretaña e Italia son blancos evidentes por la cuestión de Iraq. Asimismo, Francia podría sufrir un ataque a consecuencia del endurecimiento de su postura frente al extremismo islámico y la prohibición del velo en las escuelas.
Dada la proximidad de las elecciones estadounidenses, podrían emplearse actos terroristas específicos para derrotar al presidente George W. Bush. (El asunto resulta complejo, puesto que los oponentes de Bush podrían reaccionar ante cualquier insinuación de esa índole alegando que esta idea constituye un intento partidista para asegurar la victoria del presidente.)
La reacción de los votantes españoles ante este ataque constituirá la primera prueba de lo que parece ser la nueva estrategia de Al Qaeda y sus grupos aliados.
BARRY RUBIN es director del Centro de Investigación Global sobre Asuntos Internacionales (Gloria) y editor de la revista «Middle East Review of International Affairs» (Meria)
Traducción: Falcó/