El Ejército ha impuesto el cierre total en los territorios palestinos y la Policía se encuentra en los centros de las principales ciudades israelíes en estado de alerta especial para evitar eventuales ataques palestinos durante los próximos días, mientras los judíos celebran una de sus fiestas más desenfadadas.
Según los servicios secretos israelíes, Shin Bet, existen advertencias sobre 56 posibles ataques, aunque ninguno de ellos ha sido concretado.
En particular, el Ejército teme que el Movimiento para la Resistencia Islámica (HAMAS) responda a los asesinatos de ayer y en los que murieron en la franja de Gaza tres miembros de esa organización.
La fiesta de Purim, que comienza esta noche y continúa durante el fin de semana, coincide con el décimo aniversario del ataque de Baruch Goldstein en la mezquita de Abraham en Hebrón, en el que murieron 30 palestinos mientras rezaban.
La decisión ha sido tomada por el ministro de Defensa israelí, Shaul Mofaz, a pesar de que al parecer algunos oficiales israelíes han expresado su oposición a imponer un cierre total que exacerba la ya crítica situación económica en los territorios palestinos.
A partir de mañana, alrededor de 2.000 agentes de Policía, soldados y voluntarios velarán por la seguridad de los habitantes de las ciudades israelíes, en particular en lugares donde se concentrarán una cantidad elevada de personas.
En Purim, vocablo hebreo que proviene de «pur», que significa suerte, festejan los judíos su salvación en la antigua Asiria, cuando un primer ministro del rey Asuero ordenó su ejecución.
La leyenda cuenta que Asuero encontró el amor con una bella muchacha de esa comunidad, la que se convertiría en la Reina Esther, y esto conjuró el peligro y la destitución del primer ministro Amán.
En Purim, niños y adultos se disfrazan y recuerdan a todos aquellos que desde la antigüedad hasta la II Guerra Mundial (1939-1945) intentaron la desaparición del pueblo hebreo, disperso por el mundo a raíz de la destrucción de sus templos en Jerusalén.
La de Purim, asimismo, es la única festividad durante la cual los judíos pueden beber «hasta no distinguir», aunque los preceptos religiosos permiten la bebida alcohólica, y no la borrachera. EFE jvp/jam
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