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SHLOMO BEN AMI: “El muro es la peor derrota de Israel”. Entrevista

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Tengo 60 años y me siento rico con ellos. Nací en Tánger. Casado, tres hijos. Me doctoré en Oxford en Historia de España y a ella he dedicado toda mi obra . He sido ministro de Seguridad Pública de Israel y embajador en España. Soy judío y orgulloso de serlo. Soy de la izquierda laborista israelí. He hablado en Sant Cugat Tribuna.

Es usted un pacifista israelí?

–No. Seamos precisos. Yo estoy por la retirada israelí de los territorios ocupados y por desmantelar los asentamientos, y en eso apoyo a grupos como Paz Ahora, pero eso no me hace pacifista ni a mí ni a ellos.

–¿Dónde está la diferencia?

–En esos grupos actúan también militares que cumplieron órdenes en varias guerras: no somos Ghandi. Queremos acabar con la ocupación y el estado de guerra permanente, pero también necesitamos un ejército israelí fuerte y respetado por sus vecinos árabes, que no son precisamente pacifistas.

–En eso le doy la razón.

–Nosotros no somos idealistas. Somos realistas y es el realismo el que nos convence de que no habrá un Estado de bienestar eficiente en Israel sin paz duradera y completa. Israel no puede construir un futuro ocupando y reprimiendo a otro pueblo y otra nación.

–Usted fue ministro, tuvo oportunidades de paz. ¿Por qué no las aprovechó?

–Le explicaré lo difícil que es tener mi postura en Oriente Medio: es ir contra la lógica de Sharon, pero también del mundo árabe integrista, porque ambos se odian, pero en el mismo idioma macabro de la fuerza y la sangre. Nuestra postura es la más lógica, pero allí en Oriente Medio nadie la entiende.

–Cuénteme.

–Yo, sí, pertenecí al gobierno israelí que ordenó la retirada de Líbano. Ese mismo día tenía programada una cita con Arafat y acudí a ella pensando que me felicitaría.

–¿No lo hizo?

–Me zarandeó nervioso diciendo: “¡Qué error! ¿Cómo le voy a explicar ahora a mi pueblo que estoy negociando lenta y laboriosamente con ustedes mientras tan sólo 500 guerrilleros del Hezbollah han conseguido expulsar al poderoso Israel de Líbano?”.

–No sé si le entiendo…

–Nadie en el mundo árabe interpretó nuestra retirada de Líbano como un gesto de buena voluntad, que lo era. Todos creyeron que era un síntoma de debilidad. Y estoy seguro de que Arafat ese día concibió la “intifada” dentro de la lógica del jeque Nasarallah, quien predica que Israel es una araña: temible en apariencia, pero en realidad fácil de aplastar. Y la lógica de Sharon es la misma: ellos son el enemigo y hay que aplastarlos sin ceder jamás un ápice.

–¿No han tenido nunca un líder árabe moderado e inteligente con quien negociar?

–Sí lo hubo, pero lo asesinaron. Fue Saddat, que vino a Jerusalen a negociar la paz libremente y la conseguimos.

–¿Por qué no intentarlo con Arafat?

–Arafat sólo ha reconocido a Israel de forma velada y al dictado de EE.UU. Además, cuando dijo: “I renounce terrorism”, en realidad pronunció “I renounce tourism”… ¡tres veces! Arafat no cree en la paz.

–El muro no parece el camino de la paz.

–El muro es la mayor derrota de Israel y la política de la desesperación. En vez de negociar un acuerdo, levantas un muro. La derecha israelí siempre pensó que había que construir un muro de hierro para rodear Israel. Era un muro simbólico, de fuerza y armas, pero Sharon, que sólo entiende lo que ve, lo ha convertido en un muro real.

–Los muros acaban por caer.

–Este muro reconoce también que Israel ha perdido la batalla demográfica y en unos años no tendrá mayoría judía, y entonces, si los judíos acabamos siendo minoría, ¿para qué Israel? Para eso nos quedábamos siendo minoría en los países donde ya estábamos.

–¿Cuál es su opción entonces?

–Negociar nuestras fronteras y hacerlas estables para siempre y aceptadas. Los israelíes olvidamos a menudo que no sólo nosotros tenemos miedo de los árabes: ellos también nos temen. Somos una potencia militar sin fronteras definidas que los árabes perciben como una amenaza terrible.

–Con cierta razón, reconózcalo.

–Sí, nos ven como si hiciéramos las cruzadas, pero con “high tech” en vez de espadas. Así que lo esencial ahora es pactar fronteras definitivas con todos y dar a los palestinos su Estado, su futuro y su tranquilidad.

–¿Qué más?

–Unirnos al gran proyecto del siglo: el primer imperio no impuesto de la historia, un imperio del consenso, la Unión Europea, aunque gestado por una burocracia gris, es un proyecto magnífico. Queremos tener en ella un estatus especial como el que podría tener Turquía y en ese estatus incluiremos a nuestros socios palestinos.

–¿Ve algún nubarrón en el cielo europeo?

–Rusia deriva hacia el totalitarismo. Es preocupante.

–¿Cómo ve España?

–Admiramos el espléndido ejemplo español, y más quienes conocemos su historia, que para mí es mi pasión.

–Es usted muy diplomático…

–Soy riguroso. El quehacer público español es de los más civilizados de Europa.

–¿Nada que objetar?

–Todos los “ismos” pasan: van y vienen. Socialismos, liberalismos… Al final sólo permanencen en la historia la religión y los nacionalismos.

–¿Y eso no le da miedo?

–Hay que gestionarlos: convertirlos en fuerzas de progreso y paz, no de reacción y violencia.

–¿Y en España?

–El Estado de las autonomías no es malo, pero con el café para todos se intentó banalizar dos nacionalismos poderosos e históricos: el catalán y el vasco. Y ahora ése es el mayor problema de España. Hay que gestionarlo con sabiduría y sin maquillajes.

Fte L.V.D

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