Hay que investigar todo: ni la conexión local ni la internacional del atentado contra la AMIA están esclarecidas. Esa es la conclusión de los dirigentes de la comunidad judía y de los familiares de las víctimas, ahora que, desplazado el juez Juan José Galeano, un nuevo magistrado, Rodolfo Canicoba Corral, tomará la causa. Sean o no condenados los policías bonaerenses y Carlos Telleldín en el juicio oral, todos tienen la seguridad de que faltan las piezas claves de la trama local del ataque. «Indudablemente hubo un grupo de colaboradores de los terroristas en la Argentina: alquilaron casas, hicieron inteligencia, dejaron la camioneta en una playa de estacionamiento y muchas otras tareas que no las hicieron personas con acento extranjero», coinciden todas las partes. En el terreno internacional, también quedan vacíos por llenar. La mayoría cree en la versión de que detrás del atentado estuvo Irán, pero todos coinciden en que la pista siria no fue investigada y que hasta hubo presiones del menemismo para que no se avance en esa dirección.
El vacío local
En casi todos los atentados a nivel mundial, los terroristas siempre se asentaron en algún tipo de célula u organización fundamentalista basada en el propio país. En los recientes ataques a las sinagogas en Turquía, los suicidas integraban el grupo Jinetes del Gran Oriente, una organización islámica fundamentalista que tiene alguna relación con Al-Qaida. El ataque a las Torres Gemelas también fue perpetrado por fundamentalistas, algunos de ellos radicados en Estados Unidos con cuatro y hasta cinco años de antelación. Lo mismo sucedió en el primer atentado contra las Torres Gemelas, en el que fueron detenidos un clérigo islámico ciego y un grupo de sus seguidores, y un esquema igual estuvo detrás de los atentados a las embajadas de Estados Unidos en Kenya y Tanzania o al ataque contra el buque norteamericano SS Cole en Yemen. Esa conexión local es la que, según coinciden dirigentes y familiares de las víctimas, está en la nebulosa.
«Aunque creo que lo que se ha hecho hasta ahora tiene gravísimas irregularidades –sostiene el flamante presidente de la DAIA, Gilbert Lewi–, hay que terminar lo que se empezó. Esto significa que, primero, hay que determinar si estos policías bonaerenses fueron o no cómplices del atentado. Yo creo que hay indicios en ese sentido y hay que ir a fondo. Además, no descarto de ninguna manera que otros policías bonaerenses estén implicados, por lo que considero que no es una pista que deba abandonarse, sino que hay que profundizarla con una buena investigación.» El titular de la AMIA, Abraham Kaul, coincide con esa óptica y lo mismo sostiene Luis Czyzewsky, de Familiares de las Víctimas.
El triángulo
«Yo creo que hay que investigar a fondo al triángulo integrado por Alberto Kanoore Edul, Carlos Telleldín y Moshen Rabbani», opina Pablo Jacoby, abogado de los familiares agrupados en Memoria Activa. En esta postura coinciden casi todas las partes. Kanoore Edul llamó por teléfono a Carlos Telleldín el 10 de julio de 1994, justito el día en que Telleldín dice que entregó la camioneta que una semana después estalló frente a la AMIA. Ni Kanoore Edul ni Telleldín pudieron explicar la llamada y el titular de la AMIA insiste con lo dicho el jueves en el juicio oral por Cristina Fernández de Kirchner: «Cuando se lo estaba por detener a Kanoore Edul, hubo una llamada de Munir Menem al juez Galeano, supuestamente para evitar la detención».
«Nosotros investigamos a Kanoore Edul durante años –le explica a Página/12 uno de los principales investigadores del atentado, que pidió hablar en estricto off the record—. Es un hombre desequilibrado que no meparece que encaje con la mecánica de una organización que planea un atentado de la envergadura del de la AMIA. Sin embargo, es cierto también que se movía en un mundo de cheques falsos, documentos falsos, denuncias falsas de robo de autos y otros delitos, en los que en algún momento apareció junto con su primo, el principal Chabán de la Policía Bonaerense. No digo que Kanoore Edul no tuvo relación con el atentado, digo que no encontramos elementos para probarlo: tuvimos el teléfono intervenido durante cinco años y nunca pudimos agarrarlo en nada. Es demasiado desequilibrado para no cometer errores, pero es cierto que no hay explicación alguna para aquella llamada del 10 de julio.»
¿La conexión diplomática?
«Me parece casi una certeza que el ex agregado cultural de Irán en la Argentina, Moshen Rabbani, estuvo cerca de toda la planificación y la ejecución del atentado», afirma convencido Kaul. En este terreno hay casi unanimidad en las partes.
Sin embargo, desde el punto de vista de la experiencia en otros atentados en el mundo, no existen antecedentes en dos terrenos:
u Nunca se ha acusado a Irán de ataques suicidas, ni siquiera de atentados masivos. Lo que sí se probó al régimen de los ayatolas es que organiza operaciones en las que asesina a opositores y ex ministros iraníes. Los únicos dos atentados masivos que se le imputan a Teherán son, casualmente, los dos de Buenos Aires.
u No hay tampoco antecedentes de que diplomáticos hayan participado en operaciones terroristas. Los Estados suelen cuidarse mucho en ese terreno, ya que si se prueba que representantes oficiales son parte de un atentado, la responsabilidad cae directamente en el gobierno que los designó.
«Es cierto que tal vez no se haya determinado exactamente cuál fue la conexión local fundamentalista –acepta el hombre que trabajó durante años en la investigación–. Esa que ha aparecido en otros atentados. Pero habrá que recordar que investigamos una fiambrería en la que se movían iraníes, un quiosco sobre la calle Rivadavia y una especie de grupo que hacía inteligencia manejando taxis. Estoy de acuerdo en que habría que avanzar en ese terreno de la base local del atentado. Sin dudas, hay vertientes que se deberían investigar. Por ejemplo, declaró hace un mes un agente de inteligencia que mencionó que en la mezquita de Cañuelas –que estaba bajo la conducción de Rabbani– se alojó un hombre que pudo tener relación con el atentado. Yo creo que hay indicios contra el ex agregado cultural: lo fotografiaron preguntando precios de una Trafic nueve meses antes del atentado y de golpe entraron y salieron de la Argentina una cantidad inusual de correos diplomáticos, es decir representantes de Irán que se movían con pasaporte diplomático.» En este mismo sentido, Luis Czyzewsky y Abraham Kaul insisten en que la investigación sobre Rabbani debe continuarse.
La tierra
El investigador que habla en off the record aporta un par de tareas pendientes: «Es preciso terminar con los análisis de la tierra que se encontró en el lugar de la explosión». Es que algunos de los peritos sostienen que dentro de la camioneta, alrededor del explosivo, pusieron tierra para direccionar mejor el estallido. Una vía de investigación consiste justamente en precisar de dónde provino esa tierra. «Hay una propiedad de Telleldín en que había una composición semejante y también habría que evaluar la tierra de la mezquita
de Cañuelas», redondea el investigador.
¿Pruebas ocultas?
«¿Dónde están las escuchas que se le hicieron a la Embajada de Irán antes del atentado? –se pregunta Jacoby–. El responsable de gran parte de la investigación en la SIDE, Jaime Stiusso, dijo en el juicio oral que esas grabaciones se borraron. Parece poco creíble. Estoy casi seguro de que, apartado Galeano, los que están a cargo de la SIDE ahora van a aportar algunos datos más que no quisieron aportar por la desconfianza que tenían respecto de un juez al que consideran del riñón del menemismo. De todas maneras, yo creo que también hay que investigar si detrás del atentado no hubo un grupo más bien nazi, antisemita. Es una variante que no se pude descartar.»
La conexión internacional
Todas las partes coinciden en que debe buscarse alguna forma para indagar a los iraníes que hoy están imputados, entre ellos Rabbani y los otros representantes diplomáticos. «Nuestro próximo paso será hablar el miércoles con el canciller Rafael Bielsa para ver si se avanza en esta idea de que haya un proceso judicial en un tercer país. Yo tengo grandes dudas, pero lo hablaremos», adelantó el titular de la DAIA, Lewi. «Tal vez el camino no sea un proceso en un tercer país, sino las conversaciones bilaterales con Irán –acota Kaul, de la AMIA–. En realidad cualquier tipo de forma de llegar a la indagatoria de los sospechosos es positiva y va a requerir un diálogo con Irán. El gobierno de Teherán, si no tiene nada que ocultar, si no tiene ningún temor de aparecer involucrado, no debería negarse a que se haga una indagatoria como corresponde. Si hubiera responsables concretos, tampoco eso involucraría al pueblo iraní: tendrá que ver con un gobierno y no con la gente común que no sabe ni de qué se trata.» En un sentido, el desplazamiento de Galeano debería abrir más las puertas a un diálogo con Irán que siempre consideró al juez como parcial y respondiendo a las presiones de Estados Unidos, Israel y el menemismo.
La pista siria
«La pista siria está pendiente de investigación», coinciden todas las partes. Incluso está el convencimiento de que fue frenada cualquier pesquisa que fuera en esa dirección. Desde un punto de vista hipotético lo que se dice es que el atentado pudo haber sido ordenado desde Damasco a raíz de algún incumplimiento del ex presidente Carlos Menem de promesas que hizo durante la campaña electoral cuando recogió fondos en varios países de Medio Oriente. Hombres de la SIDE testimoniaron que cualquier investigación de la pista siria era desalentada, y los dichos de Cristina Kirchner sobre la llamada de Munir Menem al juez Galeano para frenar la detención de Kanoore Edul, de origen sirio-libanés, parecen ir también esa dirección.
La mano de obra
La investigación de Galeano y un informe realizado por la SIDE en tiempos de Miguel Angel Toma dan por sentado que en el atentado hubo un conductor suicida de apellido Berro o Werro. En el juicio oral la cuestión quedó en la nebulosa: un hombre de la SIDE habló de la existencia del suicida, pero no aparecieron evidencias categóricas.
El tema es de máxima importancia ya que son pocas las organizaciones en el mundo que en el año 1994 estaban en condiciones de aportar un suicida. Según el juez Galeano, el suicida pertenecía a Hezbollah, un partido libanés relacionado con Irán, pero también con Siria. Una de las más graves deficiencias de la pesquisa fue justamente ésa: no se hicieron estudios de ADN sobre los restos encontrados, lo que hubiera permitido determinar si había, entre los escombros, partes de un cuerpo que no se correspondía en su ADN con el de los familiares de las víctimas. «En la cuestión del Hezbollah, no tenemos interlocutor –señala Kaul–. No hay diálogo alguno y es una cuestión en la que tendríamos que avanzar.»
Y ahora
«En cualquier caso y en los dos terrenos, el de la conexión local y el de la conexión internacional, hay nuevos vientos en el país. Veo un Estado dispuesto a iniciar una investigación a fondo y eso de ninguna manera se puede dejar de lado –sostiene Lewi–. Si lo hecho hasta ahora fue malo, tenemos la oportunidad de hacer una buena investigación e intentar la búsqueda de la verdad, de una vez por todas.»
Para Laura Ginsberg, de Apemia, las cosas no cambian con la designación del nuevo juez. «Ya dijo que sólo por suerte o por accidente se podrán juntar los hechos con los responsables. No hay un cambio de rumbo. Esto no puede quedar en manos de un nuevo juez: hay que armar algo que tenga independencia del Estado, del Poder Judicial, el Ejecutivo y el Legislativo. Todos ellos ya fracasaron. Se necesita que investigue una comisión independiente. El apartamiento de Galeano es un paso positivo, pero Galeano tiene que estar preso junto a Telleldín, Ribelli y Boragni. La evidencia mayor de que la investigación fue un fracaso es que todos están en camino de quedar libres, o sea que la investigación no nos dio ningún responsable del atentado.»
«Nosotros no le daremos ningún cheque en blanco al juez, pero nos parece que tiene experiencia y viene sin la cantidad enorme de irregularidades en las que estaba sumergido Galeano. Hay que redefinir las pistas, revalorizar lo que hay e ir para adelante, ya sea con el juez trabajando el expediente o si se lo delega en un fiscal», concluye Jacoby.