Los oficiales y los soldados empezaron a criticar públicamente
tácticas que, en su opinión, deshumanizan a sus propias tropas y a los palestinos. Y, si bien no cuestionan la necesidad de prevenir actos terroristas contra los israelíes, los oficiales y soldados se manifiestan, cada vez con más frecuencia, contra una estrategia que, a su entender, perjudicó la negociación y se basó casi exclusivamente en la fuerza militar para resolver el conflicto.
Cerca de 600 miembros de las fuerzas armadas firmaron documentos negándose a servir en los territorios palestinos. El personal en actividad y los reservistas critican al Ejército en público. Los padres de los soldados también se quejan de que la protección de los asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza no justifica las muertes de sus hijos e hijas.
Estas cuestiones se están debatiendo en los más altos niveles del liderazgo político y militar de Israel. A fines del mes pasado, el jefe de las fuerzas militares, el teniente general Moshe Yaalon, le dijo a los columnistas de los tres principales diarios de Israel que los cortes de rutas, los toques de queda y las barricadas impuestas a los civiles palestinos estaban creando niveles explosivos de «odio y terrorismo» entre la población. La semana pasada, cuatro ex dirigentes del servicio de seguridad nacional Shin Bet dijeron que las acciones y las políticas del gobierno durante el levantamiento palestino habían perjudicado seriamente a Israel y a su pueblo.
Si bien este tipo de comentarios enfurecieron al primer ministro Ariel Sharon, un ferviente defensor de las medidas enérgicas contra los palestinos, reflejan la ansiedad de muchos soldados en actividad y reservistas sobre si el ejército está provocando más ataques terroristas de los que previene. Miembros de las Fuerzas Armadas temen que algunas de las tácticas más duras —especialmente los asesinatos de militantes palestinos sospechosos que también causan muertes civiles— estén corrompiendo a los soldados y a la sociedad de Israel.
«Lo que está pasando es terrible», dijo el brigadier general retirado Nehemia Dagan, ex director de educación de los servicios armados. «La ética y la moral de la sociedad israelí es más importante que matar a los líderes de Hamas o de la Jihad islámica».
«Es un tipo de guerra difícil en la que cuesta más mantener la ética», dijo Asa Kasher, profesor de estudios militares en la Universidad de Tel Aviv que está reescribiendo el código de ética de las FF.AA. que escribió por primera vez hace nueve años. «No existen libros sobre las reglas morales para combatir el terrorismo».
Si bien Kasher no cree que los valores centrales del ejército israelí hayan cambiado, este conflicto «enfrentó a la gente a situaciones completamente nuevas».
«Hasta mis amigos que son judíos piensan que el ejército se está equivocando», dijo Noam, un sargento de 20 años del Batallón 202 de Paracaidismo. Las autoridades militares israelíes solicitaron que no se publicaran los nombres completos de los soldados en actividad por temor a que sean juzgados por crímenes de guerra en países que se oponen a la acciones de Israel contra los palestinos. «Yo mato porque tengo que hacerlo», les dice Noam.
El disenso contra la acción militar no es algo nuevo en Israel: los historiadores militares observan que el descontento público con la ocupación israelí en el sur del Líbano y la creciente cantidad de víctimas obligaron al gobierno a retirar sus fuerzas en 2000.
Las encuestas de opinión siguen calificando a las Fuerzas de Defensa de Israel como la institución más respetada del país, aunque los niveles de confianza de la población se erosionaron desde que el ejército incursionó en las ciudades de Cisjordania en 2002. Los medios israelíes, entre ellos el semanario oficial del ejército, se muestran más dispuestos a seguir de cerca los pasos de una institución que alguna vez se consideraba sacrosanta.
Muchos analistas perciben que los militares hoy no sólo quieren hablar contra las tácticas empleadas en los territorios palestinos, sino que también se rehúsan a cumplir con sus funciones. Según analistas, esto plantea un desafío sin precedentes para los militares y el gobierno.
Cerca de 900 israelíes —más de 250 de ellos eran soldados— y casi 2.500 palestinos murieron en el conflicto. «En mis sueños me veo matando gente que nunca maté», dice el sargento Lirom Hakkak.
«nTraducción de Claudia Martínez.