Ahora recibo una amable carta de Vattimo y mensajes de lectores que comparten sus ideas. Vattimo me escribe: "Me siento como a quien le demostraron el mal uso de la conjugación. Entiendo cuán importante son las palabras y las leyes de la ortografía para un genio de la semiótica como usted. En medio de la golpiza en Dietz (escuela en la que fueron vapuleados los manifestantes contra la reunión de los G8, en Genova (2001), a manos de la policía). La pregunta que surge fue: ¿"Cuántos intelectuales italianos, de su nivel o, perdón, más abajo, tomaron posición pública en la cuestión de la masacre en Gaza? y ¿Cuántos protestan contra el impedimento de ingresar Noam Chomsky a Gaza?"
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No interpelé, en absoluto, a Vattimo en la cuestión de Dietz, por el uso de la conjugación sino porque quiso volver a golpear a los policías de Italia; idea, así lo creo, que toda persona de mente recta rechazaría, de plano. Si, a causa de los actos de alguien, se condena a todo un sector o, incluso, a un pueblo; quizás no se estén tomando posiciones antisemitas, pero se toman posiciones racistas.
La pregunta principal a la que se refiere, no era ¿Por qué no se habla de Gaza? o sobre la prohibición, detestable, al ingreso de Chomsky (que expresara su repudio al bloqueo). La pregunta central se refería al bloqueo.
Todas las cartas que recibí tienden a presentar los argumentos contra la política del gobierno de Israel con la que, aclaro, difiero. Pero en mi nota reflexioné si, sobre la base de la oposición a la política de un gobierno, es posible excluir de la comunidad de intelectuales internacional a todos los investigadores, científicos y escritores del país al cual ese gobierno dirige.
Parece que, los que mantienen diferencias conmigo, no separan ambos temas.
Vattimo, por ejemplo, destaca que la idea del bloqueo es antisionista pero no antisemita. Me escribe: "¿Acaso los muchos judíos antisionistas, que sienten a su religión amenazada por la política de fuerza, son antisemitas?".
Ese es el punto. Reconocen, y es difícil que no lo hagan, que hay muchos judíos (también en Israel, cabe destacar) que se oponen a la política de fuerza que emplea su gobierno, entonces ¿Por qué imponer un bloqueo que los incluya a ellos también?
Dos malas noticias llegaron en estos días: una, es que en las escuelas religiosas ortodoxas de Israel se prohíbe estudiar Sófocles, Anna Karenina, las obras de Bashevis Singer y la última novela de Amos Oz.
Ya no se trata del gobierno, sino de los talibán locales y, sabemos, que los talibán están en todas partes. Hubo talibán católicos que prohibieron los escritos de Maquiavelo.
¿Por qué, entonces – segunda mala noticia- los que impusieron el bloqueo en Turín actuaron como talibán y se manifestaron cuando se supo la intención de otorgar, a Amos Oz, el Premio Salón de los Escritores de Turín (tal como ocurrió)? En síntesis, a Amos Oz no lo quieren en Mea Sheraim de Jerusalén ni tampoco en Turín. ¿A dónde debe ir ese judío errante?
Vattimo reitera que ser antisionista no significa ser antisemita. Le creo. Sé que cuando dijo, hace dos años, que no se encontraba lejos de creer en “Los Protocolos de los Sabios de Sión” intentaba hacer oír una de las provocaciones en las que se destaca: no hay persona de mente recta y formación adecuada que pueda leer los Protocolos y pensar que, esas afirmaciones personales y contradictorias, corresponden a una obra auténtica (Y que los Sabios eran muy tontos).
Pero, con seguridad, Vattimo prestó atención que, en Internet, junto a los sitios que condenan su genialidad, hay muchos que gozan de ella. Toda expresión extrema despierta, siempre, la identificación de los irracionales.
Vattimo (cómo lo entiendo) no puede renunciar a hacer oír sus palabras y sintetiza: "Ahmadinejad amenaza con eliminar a Israel. ¿Alguien, de verdad, lo cree?". No lo sé. Quizás soy un sentimental pero, a mí, quien pretende borrar una nación de la faz de la tierra, me provoca temor justamente por las mismas razones por las que me preocupa el futuro de los palestinos. Cidipal