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Entre críticas, Israel abre una importante carretera al tráfico palestino

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Se trata de la 443, vía que une Jerusalén y Tel Aviv y atraviesa parcialmente el territorio ocupado de Cisjordania.

El pasado diciembre, la máxima corte israelí dio varios meses al Ejército para que abriese a los palestinos la ruta que habían tenido vedada en mayor o menor medida desde 2002 a raíz de diversos ataques contra automóviles de israelíes al inicio de la Segunda Intifada.

El Supremo consideraba desproporcionada esta interdicción, que había llevado a organizaciones de derechos humanos a acusar al Ejército del país de haber convertido la 443 en una "carretera del ‘apartheid’" en territorio palestino.

Unos 40.000 vehículos usan cada día esta vía, que desde su construcción en los años ochenta se convirtió en una popular alternativa a los atascos de la autopista 1 para ir de Jerusalén a Tel Aviv.

El Ejército israelí impedía a los palestinos el acceso a la 443 tanto a pie como en vehículo, por medio de grandes bloques de cemento, montículos de arena o basura y otro tipo de obstáculos en las entradas que provenían de sus poblados.

Desde esta mañana los palestinos pueden emplearla la vía, pero no para llegar directamente a Ramala porque el Ejército israelí ha colocado una nueva barrera en el acceso a la urbe, capital administrativa de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).

Sólo tendrán además dos rampas de acceso y cuatro puntos de salida.

El objetivo de estas limitaciones es, según fuentes militares israelíes, "ofrecer protección a todos los que viajan por la vía y minimizar lo máximo posible las amenazas existentes".

La Asociación para los Derechos Civiles de Israel (ACRI), que batalló por la apertura de la carretera, critica la nueva fórmula por considerarla una "burla evidente" de la sentencia del Supremo.

"En vez de deshacer la grave injusticia cometida en la última década, el Ejército sigue aprovechando cada laguna legal para mantener el status quo", lamenta en un comunicado.

Según la ONG, "la nueva configuración crea la falsa impresión de nuevas regulaciones, auténtica libertad de movimiento y respeto al Estado de derecho, pero en realidad no hay cambio alguno y la situación de los palestinos tan sólo empeorará".

ACRI recuerda además que los palestinos tienen vedados 68 kilómetros de carreteras en Cisjordania y seriamente restringido el acceso a otros 164 kilómetros.

En cuanto a los usuarios, tanto palestinos como israelíes, las reacciones son por lo general negativas.

Entre los israelíes hay quienes aseguran que dejarán ahora de usar la 443 por miedo a ataques palestinos.

La organización de derechas Shurat Hadin ha reunido un millar de firmas de familias que residen cerca de la vía en apoyo a una petición al Supremo para que revoque su veredicto, que será revisado en una vista el próximo miércoles.

La mayoría lamenta la apertura al tráfico palestino, pero no teme por su seguridad o no está dispuesta a sufrir los atascos de la carretera principal.

En cuanto a los palestinos, muchos se muestran optimistas, como Mohamed Suleiman, de Beit Ur el Foqa, una aldea próxima a la ruta, que considera que la nueva ordenación no es "ni práctica ni cómoda" porque impone "tres controles y muchos giros a cambio de muy poco".

Nayi Suleiman, responsable del consejo municipal de Beit Ur Etahta, cree que "la gente que detesta cruzar retenes militares no usará la carretera para evitar roces con los soldados".

Samir el Ury, un comerciante de la misma localidad, está en cambio contento con la medida porque cree que aumentará las ventas de su tienda de accesorios para baño y cocina, que cayeron un 70% con el cierre de la carretera.

"Espero que la apertura, pese al acceso limitado que ofrece a los palestinos, permita a los clientes israelíes volver a nuestro pueblo", explica El Ury.

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