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Palabras del rabino Abraham Skorka en la Catedral Metropolitana

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Este texto testimonia las palabras del más grande entre los profetas a la nueva generación, después de cuarentas años de liderazgo y enseñanza para transformar a la simiente de los esclavos liberados del yugo egipcio en un pueblo libre. Los exégetas las interpretan diciendo que el pueblo adquirirá diariamente su condición de tal para Dios todo tiempo que sepa renovar el pacto y compromiso de obrar de acuerdo a las leyes y preceptos con los cuales se constituyó.
 La idea subyacente de este párrafo es susceptible de ser generalizada diciendo que un conjunto de personas se constituye en pueblo cuando todos sus miembros poseen un profundo compromiso con un conjunto de valores y cosmovisión, que sirven de norma y principio para la vida de todos sus miembros e instituciones.
Nuestra Patria supo de múltiples desencuentros en sus primeros dos siglos de existencia entre muchos de los que tuvieron y tienen el desafío de constituirse en pueblo. El genuino y sincero diálogo que permite el entendimiento y conlleva a la consideración y respeto de cada individuo, base indispensable en la consolidación de una sociedad civilizada, es aún materia pendiente en nuestro medio. La Historia Argentina supo de demasiada sangre derramada, lágrimas y profundos dolores. Aún hay muchas llagas abiertas por sanear y necesitados por atender.
Invocamos en este momento al Señor Todopoderoso para que ilumine las mentes y corazones de todos aquellos que hacen su existencia sobre el suelo patrio y la condición de argentinidad define una característica vital de su ser, a fin que la humildad y el genuino compromiso por trocar el  sueño de los Padres de la Patria en una pronta realidad sea el norte inalterable de nuestras acciones. Que las palabras de los Profetas de Israel, que a través de las religiones que tienen sus raíces en ellas son parte fundamental de nuestra cultura, puedan hacerse carne en nuestro diario hacer. Que el vibrar de las palabras de Isaías (58: 6-8) hallen por siempre eco en nuestra tierra:
“Desatar las ligaduras de la iniquidad, desligar los haces de la opresión, liberar a los quebrantados, y romper todo yugo. Compartir tu pan con el hambriento, albergar a los pobres y errantes en tu casa, cuando vieres un desnudo habrás de cubrirlo, y de tu cercano no has de desentenderte. Entonces irrumpirá tu luz como la aurora, y tu prosperidad pronto surgirá, tu rectitud te acompañará por tu senda y la gloria del Señor te acogerá”. 
Ayúdanos Señor, para llegar a ser de tal modo, prontamente, “una grande y gloriosa Nación” 
* Abraham Skorka Rabino de la Comunidad Benei
Rector del Seminario Rabínico Latinoamericano ‘M. T. Meyer’

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