Las potencias nucleares temen que Irán utilice su programa atómico para dotarse también de armas nucleares. Teherán siempre ha rechazado esas sospechas, defendiendo su derecho a desarrollar energía con fines pacíficos.
Una iniciativa diplomática, impulsada en persona esta semana por el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva y por Turquía, buscó abrir una salida negociada a la controversia.
La propuesta es que Irán deposite 1.200 kilos de uranio pobremente enriquecido en Turquía a cambio de combustible para un reactor nuclear en Teherán.
Sin embargo, Estados Unidos dijo que se trata de una maniobra dilatoria de Teherán y echó de inmediato un balde de agua fría a la gestión brasileña, presentando el martes un proyecto de resolución con más sanciones contra Irán.
Las negociaciones a nivel de expertos continuaron el miércoles sobre el proyecto de resolución, al parecer respaldado por los miembros permanentes del Consejo de seguridad (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña).
La idea es impedir a Irán invertir en el extranjero en ciertas actividades nucleares sensibles y permitir inspeccionar los buques iraníes en alta mar.
La propuesta prohíbe además a Irán la venta internacional de tanques, vehículos blindados, aviones y barcos de guerra, así como otras armas pesadas.
Lula, cuya gestión marcó una inusitada intervención de la potencia emergente que encabeza en un terreno hasta entonces reservado al exclusivo club de las potencias nucleares, advirtió el miércoles sobre un retroceso en la controversia si el Consejo de Seguridad no muestra "disposición" para negociar.
"Ahora depende del Consejo de Seguridad de la ONU sentarse con disposición de negociar, porque si se sienta sin querer negociar, todo va a volver atrás", advirtió Lula durante una conferencia sobre la economía brasileña en Madrid.
Lula manifestó además que Brasil y Turquía, en el acuerdo al que llegaron con Irán, hicieron "exactamente lo que Estados Unidos quería hacer hace cinco o seis meses".
"¿Cuál era el gran problema de Irán? Que nadie podía hacer que se sentara a negociar. Lo único que queríamos era convencer a Irán de que debe asumir el compromiso con la Agencia (Internacional de Energía Atómica, AIEA) y debería negociar, debería depositar su uranio en Turquía: Esto es lo que se acordó", dijo.
Obama reconoció los esfuerzos de ambos países frente a Irán durante una conversación telefónica con el primer ministro turco, Recep Recep Tayyip Erdogan.
No obstante, el mandatario "insistió en la preocupación continua y fundamental de la comunidad internacional sobre el programa nuclear iraní, y el hecho de que Irán no respete sus obligaciones internacionales", según la Casa Blanca.
Teherán reaccionó por su parte asegurando que las grandes potencias se están desacreditando al insistir en la vía de las sanciones pese a la oferta iraní facilitada por Brasil y Turquía.
"La cuestión de las sanciones está superada", afirmó Alí Akbar Salehi, jefe de la Organización de Energía Atómica Iraní y uno de los vicepresidentes del país.
Según Salehi, "las grandes potencias se desacreditan ante la opinión pública" al ignorar la iniciativa irano-turco-brasileña.
"Por primera vez los países emergentes pueden defender sus derechos en la escena internacional sin necesidad de las grandes potencias y es duro para ellas aceptarlo", agregó el responsable del programa nuclear iraní.
La iniciativa de Brasil y Turquía suscitó particular preocupación en Israel, país considerado por la comunidad internacional como dotado de un arsenal nuclear aunque se niege a admitirlo oficialmente.
Irán "manipuló" a Turquía y a Brasil "simulando aceptar" un acuerdo sobre el enriquecimiento de una parte de su uranio en Turquía, según un alto funcionario israelí.