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La protesta principal, en la que participaron centenares de fundamentalistas judíos, tuvo lugar esta madrugada junto al citado centro médico, Barzilai, situado en la ciudad de Ashkelón, en el oeste del país.
La manifestación degeneró en episodios violentos, con el bloqueo de carreteras y la quema de contenedores de basura, explicó el portavoz policial, Micky Rosenfeld.
Esta mañana tres personas fueron detenidas cuando trataban de bloquear el tráfico en Jerusalén para mostrar su rechazo a las obras de ampliación, que comenzaron a última hora de la tarde de ayer.
Se espera para hoy la llegada al lugar de las citadas obras de personal de la Autoridad de Antigüedades de Israel, que se encargará de recoger adecuadamente los restos humanos hallados en el lugar para su posterior reubicación.
Estarán protegidos por centenares de agentes de Policía, que también han sido desplegados por las principales arterias de Jerusalén y por la carretera que conecta esa ciudad con Tel Aviv para impedir que los ultraortodoxos interrumpan el tráfico.
El debate sobre la ampliación del centro médico Barzilai ha sido uno de los que más indignación ha generado este año en el seno de la población israelí, además de haber mostrado la brecha latente entre seculares y religiosos y la escasa consistencia de las decisiones del Gobierno de Benjamín Netanyahu.
El pasado marzo, el Ejecutivo aprobó cambiar de lugar la construcción de un nuevo pabellón fortificado para el hospital (Ashkelón es blanco ocasional de los cohetes lanzados desde Gaza por las milicias palestinas), a fin de no desenterrar los restos humanos encontrados durante las obras de preparación.
La decisión suponía un coste económico de unos 160 millones de shekels (34 millones de euros ó 42,5 millones de dólares) y fue tomada bajo las amenazas de dimisión del viceministro de Sanidad, Yaakov Litzman, del partido que representa a los judíos ultra-ortodoxos originarios de Europa central y oriental, Judaísmo Unido de la Torá.
La prensa, la profesión médica y parte de la opinión pública montó en cólera ante semejante cesión a las presiones de los sectores más reaccionarios de la coalición.
Netanyahu dio entonces marcha atrás en la decisión, sin que al final Litzman renunciara a su puesto, algo que había prometido hacer salvo que se demostrara que las tumbas no eran de judíos