Corrían ya los últimos meses del 2001 cuando se sentía en el ambiente la posibilidad de una crisis sin precedentes en Argentina. Recuerdo que para entonces ya estaba buscando alternativas para ver mas cerca lo que significaba ser parte del primer mundo. Un amigo me contó de una ciudad que se llamaba Winnipeg que estaba en Canadá y que tenía un programa de inmigración muy atractivo. Recuerdo mi primer pensamiento: ‘Winni the Pooh habrá nacido ahí?’. La historia es muy interesante y no la voy a contar en detalle, pero definitivamente Winni es de por aquí.
Pocos meses después me casé y para la primavera boreal del 2002 estábamos aquí – junto a mi esposa – para visitar el lugar, conocer a la gente y explorar las posibilidades de hacer nuestra vida juntos por estos pagos del norte. Todavía hoy cuando le cuento a la gente que nuestra luna de miel fue en Winnipeg se sonríen y me dicen, ¿pero por qué Winnipeg?
La mejor respuesta para la pregunta es porque nos gustó. Queríamos aprovechar para ver si ese lugar sería donde nos estableceríamos. Al poco tiempo en esta ciudad, sentimos que este era el lugar donde queríamos formar nuestra familia.
Winnipeg nos recibió como inmigrantes allá por febrero del 2004. Llegamos para el día de los enamorados. Me acuerdo de nuestro arribo al aeropuerto con valijas, bolsos y cuanta cosa pudiéramos cargar en la mano. No puedo dejar de mencionar que encima de todo eso, también trajimos un simpático osito de peluche que le regalé a mi esposa para aquella ocasión.
Esta ciudad nos recibió con los brazos abiertos. Me sentía como esos inmigrantes que llegaban a ‘América’ a principios del siglo XX: con esperanza, con una visión de futuro y una sensación de poder vivir en paz y libertad. Salvando las distancias, la inmigración moderna es mucho más fácil que fue para mis antepasados, que sólo 100 años atrás llegaban a Argentina con los mismos sueños e ilusiones.
Este proceso de adaptación es más fácil por tres motivos: el primero es el económico. Hay mucha demanda de trabajo para todos los rubros, desde los muy especializados hasta simple oficios como soldadores o carpinteros para la construcción. El segundo motivo es que se puede mantener una comunicación muy fluida con quienes quedaron atrás como abuelos, padres o hermanos. Más aún, ahora siento que tengo mas diálogo con gente que cuando estaba allá era muy diferente. Finalmente, el tercer elemento es que el hecho que se puede volver. El venir aquí no fue una consecuencia de una persecución o por hambruna: fue algo pensado y voluntario.
La inmigración es un proceso difícil. He visto a lo largo de los años dos tipos de inmigrantes: los que se van porque quieren y los que se van porque no les queda otra alternativa. Si bien ambos grupos tienen grandes chances de triunfar, el primer segmento tiene más posibilidades de ser más felices y mirar para adelante hacia un futuro más prometedor.
El proceso de cambiar de país, cultura e idioma tiene que ser consensuado por todos los miembros de la familia. Nosotros lo vivimos como dar un paso atrás para dar mucho juntos hacia adelante. Con esto quiero decir que el sacrificio no termina con solo tomar la decisión de venir, sino el esfuerzo adicional que hay que hacer para adaptarse.
Lo primero que me tocó fue hacer la revalida de mi título. Gracias a un programa del gobierno en 8 meses estaba re-calificado como Ingeniero y comencé a trabajar para el Departamento de Defensa. El cambio que di mi vida, en algo más de un año desde que llegué fue increíble.
Luego este lugar me dio la oportunidad de cursar mi maestría y de cambiar de trabajo para realizarme en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías. Finalmente el año pasado pude comenzar mi empresa con la ayuda de un montón de personas que estuvieron siempre a mi lado alentándome a realizar mis sueños.
Además de lo que me toca por lo profesional, pudimos comprar nuestra casa, tener autos, irnos de vacaciones y no preocuparnos por si nuestra plata estará o no en el banco cuando regresemos. También tuvimos nuestros hijos y es muy emocionante verlos que empiezan a disfrutar de las ventajas de este sistema.
Aquí no todo es perfecto. Siempre hay oportunidades para mejorar, pero hasta ahora cada día disfrutamos más de las ventajas que nos da.
En este lugar aprendí lo que significa una tierra fértil. Estamos sembrando a dos manos todo el esfuerzo que pusimos en estos últimos cinco años desde que llegamos. Este lugar me dio una oportunidad para ir hacia donde quiero. Siento que de a poco empiezo a pertenecer cada vez más. Y por sobre todas las cosas me enseñó respeto, tolerancia, multiculturalismo y como se vive en paz y libertad.
Gustavo Naigeboren.
www. jewishwinnipeg.org/immigration