El fiscal federal abocado al caso AMIA, Alberto Nisman, pidió la detención del ciudadano colombiano Samuel Salman El Reda, en su momento convertido al Islam, a quien considera una pieza clave de la conexión local del ataque contra la mutual judía. En investigaciones anteriores, Nisman concluyó que el atentado se coordinó desde la Triple Frontera, más concretamente la localidad brasileña de Foz de Iguazú, a través de un celular comprado a nombre de un tal André Marques. Este sujeto nunca pudo ser identificado. Lo más llamativo del celular de Foz de Iguazú es que recibió la primera llamada desde el aeropuerto de Ezeiza el 1º de julio de 1994 y la última comunicación se estableció el 18 de julio, una hora antes del atentado. Ni antes ni después se usó ese celular. Ahora, Nisman afirma que quien hizo estas llamadas y otras que el fiscal vincula con la organización libanesa pro iraní Hezbolá fue El Reda –que figura desde hace años en la causa judicial– y le adjudica el papel de “coordinador de la llegada al país, la estadía y partida del grupo operativo que cometió el atentado”.
Los hermanos El Reda, Salomón y José, se casaron con las dos hermanas Saín, Silvina y Karina, ambas argentinas, y esta última colaboradora del agregado cultural de Irán en la Argentina, Mohsen Rabbani. Lo que afirma Nisman es que todo el grupo, con Rabbani a la cabeza, se volcó a un islamismo fundamentalista y, por orden de las máximas autoridades del gobierno de Teherán, concretaron el atentado contra la AMIA para vengarse de Carlos Menem por haber incumplido acuerdos de asistencia nuclear. Nisman sostiene que en agosto de 1993 hubo una reunión de los líderes iraníes en la ciudad de Mashad y allí se decidió el atentado. Por eso Nisman viene pidiendo desde hace años la detención –entre otros– del que fuera el presidente de Irán en ese momento, Alí Rafsanjani, hoy una de las cabezas de la oposición moderada de Irán. Las débiles evidencias sobre aquella reunión y decisión provienen de arrepentidos y opositores al régimen de Teherán, ninguno de ellos asistente al encuentro.
En cualquier caso, Nisman resolvió trabajar ahora más directamente sobre la conexión local, o sea los que actuaron en la Argentina para organizar y concretar el atentado. Como se ha visto en casi todos los ataques terroristas del mundo, las organizaciones que cometen ese tipo de atentados recurren a su propia gente, no a desconocidos. En este terreno es que entraría El Reda: un hombre convertido al Islam, que estuvo en la Argentina y la Triple Frontera casi todo el tiempo desde 1987 hasta 1994, y estrechamente ligado al grupo que Nisman considera el más radical, nucleado en la mezquita de Al Tauid, de Floresta. Allí, Rabbani era el líder espiritual y fue quien casó a las dos parejas El Reda-Saín. Aunque no lo dice taxativamente, para el fiscal también es un indicio que El Reda viva en el Líbano desde la época del atentado y lo mismo ocurre con su esposa –que se fue un mes antes del ataque– y su cuñada, que partió de la Argentina más tarde, en 1995. Tal vez, el colombiano –que sigue usando pasaporte de ese país– ahora resuelva comunicarse desde allí para ejercer su defensa.
El vértice de toda la pesquisa del fiscal está en el celular de André Marques. De ese celular, que sólo funcionó del 1º al 18 de julio de 1994, se hicieron llamadas a lo que Nisman, la SIDE y la CIA sostienen que es una central de Hezbolá en el Líbano y a dirigentes vinculados con esa organización en la Triple Frontera, San Pablo y Nueva York. Nunca estuvieron claras las dos puntas más importantes de las llamadas: nadie sabe quién es André Marques porque el celular fue comprado con el sistema de tarjeta y nadie conocía tampoco la identidad de quien se comunicaba desde Buenos Aires, porque siempre lo hizo desde locutorios ubicados cerca de la AMIA o cerca de la mezquita de Floresta.
El nuevo paso que da ahora Nisman es señalar a El Reda como la persona que llamó desde Buenos Aires a André Marques. Al comunicarse por primera vez desde Ezeiza y por última desde Aeroparque, Nisman concluye que verificó la llegada y la salida del grupo operativo. Además, como El Reda hizo muchas llamadas desde los locutorios cercanos a la AMIA y a la mezquita, el fiscal también la atribuye a El Reda el papel de apoyo logístico del atentado.
¿Cómo sabe Nisman que quien llamaba a Marques era El Reda? Esencialmente porque estudió las llamadas inmediatamente anteriores y posteriores que se hicieron en cada uno de los locutorios utilizados por el misterioso personaje.
La enumeración es la siguiente:
– Después de la primera llamada, a las 10.53 del 1º de julio de 1994, desde Ezeiza, hubo una comunicación con un teléfono de Hezbolá en el Líbano. A continuación, se cursó una llamada con un familiar de El Reda que vive en Alemania.
– El día 3 de julio de 1994, tras llamar a Marques a Foz de Iguazú, se comunicó –siempre desde el locutorio– con su esposa Silvina Saín en el Líbano. Apenas segundos después de cortar, llamó a uno de los teléfonos que el fiscal le adjudica a Hezbolá.
– Desde los mismos locutorios de los que llamaba a Marques, en los días siguientes también intercaló llamadas a su esposa y a sus padres. Eso ocurrió los días 8, 9 y 15 de julio.
– Como ya determinó el fiscal anteriormente, Mohsen Rabbani, desde su celular, realizó una llamada originada en el barrio de Once el viernes 15 de julio a las 18.10. La hipótesis del fiscal es que Rabbani estaba controlando el estacionamiento de la Trafic en una playa ubicada al lado del Hospital de Clínicas. Rabbani llamó en ese momento a la mezquita y Nisman afirma –algo que es difícil de probar– que quien atendió fue El Reda. El fiscal lo fundamenta en que minutos después, desde un locutorio cercano a la mezquita, hubo una llamada a Marques y luego a un dirigente de Hezbolá en la Triple Frontera, Khodor Barakat. Según consignó el Tribunal Oral que durante tres años llevó adelante el juicio por el atentado, la Trafic quedó en aquella playa de estacionamiento durante todo el fin de semana, la retiraron en algún momento del domingo 17 y la hicieron estallar el 18.
– El último llamado al celular de Marques se hizo el 18 de julio a las 7.41, desde un locutorio en Aeroparque. Nisman afirma que en ese momento ya estaba todo arreglado para el ataque, el suicida en la camioneta, los explosivos en la parte de atrás y el gerente del atentado, El Reda, tomó un vuelo hacia Iguazú a las 8.20. La lista de pasajeros de aquel vuelo de Austral no está disponible, porque los datos no se conservan, de manera que eso es incomprobable. Lo cierto es que de acuerdo con esta hipótesis, El Reda no se quedó a verificar nada, sino que dejó el país antes de la explosión porque seguramente iban a prohibir las salidas de los aviones y se iban a cerrar las fronteras.
Nisman agrega entre las pruebas que El Reda se movía con documentos falsos porque tiene totalmente probado que estuvo en la Argentina el 21 y 22 de abril de 1994 –hizo trámites en la Policía Federal y en la embajada del Líbano– y esas entradas y salidas no figuran en los registros de Migraciones. Lo mismo ocurre con algunos movimientos que hizo en Colombia: las autoridades de ese país lo tienen ubicado dentro de su territorio en épocas en las que está probado que ya se había ido.
Como es obvio, resulta más que difícil encontrar evidencia quince años después de cometido el atentado. El centro de la imputación de Nisman se basa en la siguiente secuencia:
– Irán ordenó el atentado.
– La organización libanesa pro iraní Hezbolá lo concretó.
– El Reda tenía vinculaciones con el agregado cultural iraní y con Hezbolá e hizo llamadas a un celular de la Triple Frontera también vinculado con Hezbolá.
– Ese celular sólo funcionó en la época del atentado.
– El Reda y su esposa se fueron al Líbano y no volvieron.
– El Reda es sospechoso.
El próximo paso es que el juez de la causa, Rodolfo Canicoba Corral, evalúe el pedido de captura contra El Reda. Todo indica que le dará curso. Habrá que ver si el colombiano se hace escuchar desde el Líbano e, incluso, si este país lo extradita a la Argentina.